Bienvenidos
Colegio
Técnico Benjamín Herrera
Área de
Ciencias Sociales, jt
Educación
religiosa, 10°
Actividad de comprensión
Feuerbach: el giro
antropológico de la teología especulativa
Semana
18-22 de mayo
Leemos,
nuevamente y con atención el texto, y realizamos la siguiente actividad:
1. Representar mediante un dibujo o caricatura la
postura de Feuerbach sobre el “ateísmo antropológico”.
Feuerbach: el giro
antropológico de la teología especulativa
Ludwig
Feuerbach (1804-1872), filósofo alemán, situó la psicología religiosa en el
espacio teórico correspondiente a la religión ortodoxa y desarrolló una de las
primeras filosofías materialistas de Alemania. Ha sido considerado como el
propulsor de lo que se conoce como ateísmo antropológico.
El
joven Feuerbach asumió un pensamiento crítico contra la filosofía de su tiempo.
La señaló por fundarse desde el trasfondo teológico de la especulación y la
abstracción metafísicas. Pero su posición no solo fue crítica, también tuvo
como objetivo demostrar que la teología especulativa, entendida como filosofía,
idealismo alemán o cristianismo moderno, guardaba una esencia antropológica si
se obedecía a la concepción del hombre como secreto de la teología, ya que él
era el origen y el gestor de la idea de lo infinito –entendida como Dios–.
Inicia
así la interpretación del hombre en Feuerbach. En la misma, el hombre no es
reflejo ni se realiza a partir de lo que piensa o lo que cree entendido como
sujeto divino. Todo lo contrario, se realiza en y para sí mismo desde su origen
real al comprender que el hombre es ante todo sujeto efectivo. En cuanto el
hombre es originario, la esencia de toda meditación no puede estar por fuera de
él, la esencia es él mismo concebido como sujeto creador de pensamiento, el
cual puede proyectar cualidades propias y reales en el sujeto de la
representación formal, es decir, Dios. Es propio advertir aquí que el hombre
como ser de género o universal no es sujeto puramente lógico comprendido a la
luz de las proposiciones a priori del
pensamiento. Él no surge para ser fundamento del mundo objetivo o
“representado”, como lo llamó Feuerbach. Es decir, el hombre no es gestado como
un concepto puro y formal al que se le agregan predicados, como si de darle
contenido se tratase; su origen efectivo exige un conocimiento sobre su
naturaleza y su situación en el mundo para reflexionar sobre él. El hombre es
material/real y por ello los conceptos puros y formales no lo agotan. La
relación que guarda con los mismos solo es comprendida si se entiende que son
resultado de su pensamiento creativo y lógico y que, en este sentido, el sujeto
real antecede al sujeto lógico, es la esencia —como hombre— que precede como
realidad a la idea. El Hombre es quien crea lo pensado —la lógica—, por ello el
pensamiento no puede consolidarse como un círculo cerrado y replegado sobre las
formas lógicas o abstractas del pensar; ha de entenderse desde su origen en
términos esencialmente antropológicos. De esta manera, el hombre es esencia de
todo pensamiento y, con ello, de todo conocimiento subjetivo y universal. En
términos de Feuerbach:
El
ser humano no es sólo un ser particular y subjetivo, sino un ser universal,
pues es el universo lo que el hombre tiene como objeto de su instinto de
conocimiento; en consecuencia, solo un ser cosmopolita puede convertir al
cosmos en su objeto. Simil simili gaudet.
Las estrellas no son el objeto de una intuición sensible inmediata, pero
sabemos lo esencial: que obedecen a las mismas leyes que nosotros. Asimismo,
toda especulación es trivial si pretende sobrepasar a la naturaleza y al
hombre; (…). Los más profundos secretos yacen en las cosas naturales más
simples con las que el soñador que suspira por el más allá se da de patadas.
Solo el regreso a la naturaleza es la fuente de la salvación (1974, pp. 63-64).
El
ser humano es esencia de todo pensamiento y todo conocimiento en la
antropología humanista. En consecuencia, Feuerbach, más que renunciar a la
filosofía especulativa por estar infestada de teología, presume de darle un
giro subjetivo al encontrar en ella una esencia suprema que no es divina, sino
antropológica. Esta esencia, el hombre, es origen de todo fundamento, creadora
de toda tendencia hacia lo infinito. Se gesta así el giro antropológico de la
teología como una concepción que encuentra al hombre, al sujeto natural, real y
esencial capaz de ser un universal desde sí mismo. Feuerbach debe fijar en la
naturaleza la esencia humana escondida tras la teología especulativa y su
sujeto supremo, Dios. Le corresponde hacerlo para cuidarse de ser alcanzado por
su propia crítica contra el idealismo –en la cual lo acusa por haber precedido
el sujeto de la lógica al sujeto real volviendo las abstracciones centro de
toda reflexión–, si quiere llevar a término el giro antropológico de la teología
y obligar a la filosofía a reflexionar sobre el hombre real. Para fijar la
esencia humana en la naturaleza, el autor recurre al pensamiento de los
estoicos al afirmar que se debe vivir de acuerdo a ella. De aquí que atender a
nuestro organismo sea importante. Escuchar con fina atención lo que llega a los
oídos, dejarse ser en los encantos de los sonidos que amplifican la armonía
natural de la relación hombre/mundo, por ejemplo, sea concebir que la libertad
y la moral no son contrarias a la naturaleza, sino que el conocimiento de la
misma civiliza al hombre en la medida en que este entiende mejor los procesos
orgánicos a los que está expuesto, cómo controlarlos y sobrellevarlos, según lo
sugirió el autor:
La filosofía es la ciencia de la realidad en su
verdad y su totalidad; pero la esencia de la realidad es la naturaleza, la
naturaleza en el sentido más universal de la palabra (…) El postulado mismo de
los estoicos, digo los estoicos rigurosos, esos espantos de los moralistas
cristianos, era conocido: tò omoloumènos
te physei zèn (vivir de acuerdo con la naturaleza) (Feuerbach, 1974, pp.
63-64).
La
comprensión del hombre desde la naturaleza es la tarea antropológica que
plantea Feuerbach. Su propuesta consiste en dejar la filosofía ligada al puro
estudio del concepto y la forma, para empezar a advertir que el estudio de tal
disciplina debe responder a los objetos inmediatos, naturales y no meramente
abstractos, desde el conocimiento que atiende a aprehender y confrontar las
contingencias a las que se precipita el hombre como un ser natural. En este
sentido, la aspiración del autor al hacer el giro antropológico de la teología
especulativa fue presentar la necesidad de arrancar a cimentar la filosofía
desde un sujeto real, material, subjetivo y susceptible de universalizarse como
el hombre-hombre, y no desde un sujeto lógico, formal y abstracto imposible de
conocer, sino como representación especulativa desde la teología. Acontece con
el pensamiento antropológico algo bastante precioso, a saber: que solo presenta
como digno de ser pensado y tenido a cuentas aquello que ayuda a entender las
“leyes naturales”, que no son otras sino las que competen a la propia vida.
Luego, solo pueden seguir pensándose las ideas que son útiles a la comprensión
de la realidad. En este sentido, puede apreciarse el giro antropológico de la
teología como un pensamiento que se intenta ocupar de la vida en su aspecto más
originario, plural, material y real.
Fragmento de, María Cristina López Bolívar, “Feuerbach: el giro
antropológico de la teología”. En Revista
Perseitas, Vol. 6, núm. 2,
julio-diciembre de 2018, pp. 319-350.
Blogs:
Classroom:
Envío de trabajos y
tareas: