Filosofía de la Edad Moderna
Efrén Mesa Montaña
La
filosofía moderna enfrenta tres momentos clave, precedidos de ese gran
movimiento cultural que surgió en Italia hacia mediados del siglo XV (entre
1453 —con el surgimiento de la imprenta, la caída del imperio bizantino, en este
mismo año, y la llegada de los europeos a América, en 1492—, y 1637, año de la
publicación del Discurso del método,
con el que se iniciaría la filosofía moderna), y que duraría cerca de
doscientos años: el Renacimiento. Así, pues, estos momentos son, el
Racionalismo, el Empirismo y la ilustración.
El Renacimiento
Aun cuando podemos recodar algunos aspectos del Renacimiento en nuestro
blog, http://filosofiayastronomia.blogspot.com/2012/08/el-renacimiento.html, veamos algunas de sus características desde la filosofía.
Inicialmente, conviene recordar que confundimos a veces Humanismo con Renacimiento; sin embargo, las relaciones entre Humanismo y
Renacimiento no distan de un objetivo clave en relación con las preocupaciones
humanas: mientras que el humanismo se caracterizará por el retorno a la
sabiduría clásica, en el marco de una preocupación fundamentalmente de signo
filológico y teológico, el Renacimiento lo hará como impulsor del desarrollo de
la ciencia. El siguiente enlace nos dará más elementos para comprender:
Así, el Renacimiento, sin renunciar a los temas básicos del humanismo,
le superará, al desligar tales temas de la perspectiva teológica y enlazarlos con
el pensamiento científico. Carl Sagan nos ilustra en este sentido:
La
filosofía moderna
La filosofía moderna se fundamenta en una
serie de aspectos clave, como la independencia en el ejercicio de la razón y de la filosofía respecto de la fe y la
teología; el estudio del sujeto (tanto del sujeto moral como del sujeto que
conoce), de sus estructuras y mecanismos; una mayor preocupación por las cuestiones relativas al conocimiento
(elementos, procesos y fundamentación del saber) que de cuestiones ontológicas
(aunque de ningún modo éstas fueron olvidadas), y una atracción por los
resultados de las ciencias y de la calidad de su conocimiento, tanto de la
matemática como de la nueva ciencia o física
matemática. Como se ha dicho, ocupa tres grandes movimientos: el Racionalismo,
el Empirismo y la Ilustración.
Una introducción a la filosofía moderna la
hallamos enseguida:
El Racionalismo
El Racionalismo
en filosofía, es el sistema de pensamiento que acentúa el papel de la razón
en la adquisición del conocimiento, en contraste con el empirismo, que resalta
el papel de la experiencia, sobre todo el sentido de la percepción.
El racionalismo ha aparecido de distintas formas
desde las primeras etapas de la filosofía occidental, pero se identifica ante
todo con la tradición que proviene del filósofo y científico francés del siglo
XVII René Descartes, el cual creía que la geometría representaba el ideal de
todas las ciencias y también de la filosofía. Mantenía que sólo por medio de la
razón se podían descubrir ciertos universales, verdades evidentes en sí, de las
que es posible deducir el resto de contenidos de la filosofía y de las
ciencias. Manifestaba que estas verdades evidentes en sí eran innatas, no
derivadas de la experiencia. Este tipo de racionalismo fue desarrollado por otros
filósofos europeos, como el francés Baruch Spinoza y el pensador y matemático
alemán Gottfried Wilhelm Leibniz. Se opusieron a ella los empiristas
británicos, como John Locke y David Hume, que creían que todas las ideas
procedían de los sentidos.
Veamos más sobre el racionalismo en el siguiente
enlace:
El Empirismo
El Empirismo,
en la filosofía occidental, es la doctrina que afirma que todo conocimiento se
basa en la experiencia, mientras que niega la posibilidad de ideas espontáneas
o del pensamiento a priori. Hasta el siglo XX, el término empirismo se aplicaba
a la idea defendida sobre todo por los filósofos ingleses de los siglos XVII,
XVIII y XIX. De estos filósofos ingleses, John Locke fue el primero en dotarlo
de una expresión sistemática, aunque su compatriota, el filósofo Francis Bacon,
había anticipado algunas de sus conclusiones. Entre otros empiristas también se
cuentan David Hume y George Berkeley. Opuesto al empirismo es el racionalismo,
representado por pensadores como el francés René Descartes, el holandés Baruch
Spinoza y los filósofos de los siglos XVII y XVIII Gottfried Wilhelm Leibniz y
Christian von Wolff. Los racionalistas afirman que la mente es capaz de
reconocer la realidad mediante su capacidad para razonar, una facultad que
existe independiente de la experiencia. El pensador alemán Immanuel Kant
intentó lograr un compromiso entre el empirismo y el racionalismo,
restringiendo el conocimiento al terreno de la experiencia, a posteriori, y por
ello coincidía con los empiristas, pero atribuía a la mente una función precisa
al incorporar las sensaciones en la estructura de la experiencia. Esta
estructura podía ser conocida a priori sin recurrir a métodos empíricos, y en
este sentido Kant coincidía con los racionalistas.
En los últimos años, el término empirismo ha
adquirido un significado más flexible, y ahora es utilizado en relación con
cualquier sistema filosófico que extrae todos sus elementos de reflexión de la
experiencia. En Estados Unidos William James llamó a su filosofía empirismo
radical y John Dewey acuñó el término de empirismo inmediato para definir y
describir su noción de la experiencia. El término leyes empíricas se aplica a
aquellos principios que expresan las relaciones que, según se aprecia, existen
entre los fenómenos, sin que impliquen la explicación o causa de los fenómenos
mismos.
Sobre el empirismo, el siguiente enlace nos será
útil:
La Ilustración
El Siglo de
las Luces o Ilustración, hace
referencia a ese gran movimiento filosófico y cultural que se iniciaría el
siglo XVII, en el que se advertiría las tendencias en el pensamiento y la
literatura en Europa y en toda América durante el siglo XVIII previas a la
Revolución Francesa. La frase “Siglo de las Luces” fue empleada con mucha
frecuencia por los propios escritores de este periodo, convencidos de que emergían
de siglos de oscuridad e ignorancia a una nueva edad iluminada por la razón, la
ciencia y el respeto a la humanidad.
Los precursores de la Ilustración pueden
remontarse al siglo XVII e incluso antes. Abarcan las aportaciones de grandes
racionalistas como René Descartes y Baruch Spinoza, los filósofos políticos
Thomas Hobbes y John Locke y algunos pensadores escépticos galos de la
categoría de Pierre Bayle o Jean Antoine Condorcet. No obstante, otra base
importante fue la confianza engendrada por los nuevos descubrimientos en
ciencia, y asimismo el espíritu de relativismo cultural fomentado por la
exploración del mundo no conocido. Las nuevas búsquedas del conocimiento fueron
expuestas en la Enciclopedia o diccionario razonado de las artes y los oficios.
Sobre este logro, el siguiente enlace nos ayudará un poco más:
Sobre las suposiciones y creencias básicas comunes
a filósofos pensadores de este periodo, quizá lo más importante fue una fe
constante en el poder de la razón humana. La época sufrió el impacto
intelectual causado por la exposición de la teoría de la gravitación universal
de Isaac Newton. Si la humanidad podía resolver las leyes del Universo, las
propias leyes de Dios, el camino estaba abierto para descubrir también las
leyes que subyacen al conjunto de la naturaleza y la sociedad. Se llegó a
asumir que mediante un uso juicioso de la razón, un progreso ilimitado sería
posible —progreso en conocimientos, en logros técnicos y sus consecuencias
también en valores morales—. De acuerdo con la filosofía de Locke, los autores
del siglo XVIII creían que el conocimiento no es innato, sino que procede sólo
de la experiencia y la observación guiadas por la razón.
A través de una educación apropiada, la humanidad
podía ser modificada, cambiada su naturaleza para mejorar. Se otorgó un gran
valor al descubrimiento de la verdad a través de la observación de la
naturaleza, más que mediante el estudio de las fuentes autorizadas, como
Aristóteles y la Biblia. Aunque veían a la Iglesia —especialmente la Iglesia
católica— como la principal fuerza que había esclavizado la inteligencia humana
en el pasado, la mayoría de los pensadores de la Ilustración no renunció del
todo a la religión. Optaron más por una forma de deísmo, aceptando la
existencia de Dios y de la otra vida, pero rechazando las complejidades de la
teología cristiana. Creían que las aspiraciones humanas no deberían centrarse
en la próxima vida, sino más bien en los medios para mejorar las condiciones de
la existencia terrena. La felicidad mundana, por lo tanto, fue antepuesta a la
salvación religiosa. Nada se atacó con más intensidad y energía que la doctrina
de la Iglesia, con toda su historia, riqueza, poder político y supresión del
libre ejercicio de la razón.
Frente a la Ilustración, el siguiente enlace es
clave:
Bibliografía mínima
Dynnik, M.A., Historia de la filosofía, Grijalbo, Méjico, 1960
Gajate, José, Historia de la filosofía, vols. 1 a 20,
Editorial El Búho, Bogotá, 1995
Gambra Ciudad, Rafael, Historia sencilla de la filosofía,
Ediciones Rialp, Madrid, 1985
García Morente, Manuel, Lecciones preliminares de filosofía,
Editorial Purrúa, México, 1985
Klimke, Federico y Colomer, Eusebio, Historia de la filosofía,
Editorial Labor, Barcelona, 1961
Montes de Oca, Francisco, Historia de la filosofía, Editorial
Purrúa, México, 1998
Sagan, Carl, Cosmos,
Editorial Planeta, Barcelona, 2001
Sciacca, Michele Federico, Historia de la filosofía, Editorial
Luis Miracle, Barcelona, 1954
Vallmajó Riera, L. y otros, Historia de la filosofía, Edebé,
Barcelona, 1998
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