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lunes, 1 de junio de 2020

Educación religiosa, 10° Actividad de comprensión: Conceptualización El ateísmo materialista

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Colegio Técnico Benjamín Herrera
Área de Ciencias Sociales, jt
Educación religiosa, 10°

Actividad de comprensión
Conceptualización

El ateísmo materialista

Semana 1-5 de junio

1. Identifique los principales conceptos relacionados con el tema principal de la lectura, enumérelos y busque su significado.

El ateísmo es aquella concepción que niega lo divino o lo absoluto de cualquier tipo, que no se identifique con el hombre y con el mundo de nuestra experiencia empírica y de sus principios inmanentes.

El ateísmo alcanza su forma más rigurosa en el marxismo-leninismo. Los intereses del proletariado, su posición y su papel en la sociedad, coinciden con las tendencias objetivas del desarrollo de la misma, lo cual hace que el ateísmo marxista se vea libre de la limitación clasista típica de sus formas no marxistas. La base filosófica del ateísmo marxista consiste en el materialismo dialéctico e histórico. El ateísmo marxista posee un carácter militante. Por primera vez en la historia, se hace una crítica multilateral de la religión, se señala cuáles son los caminos y los medios que conducen a su plena superación.

El ateísmo marxista ha establecido que esta superación sólo podrá ser completa cuando se hayan aniquilado las raíces sociales de la religión en el proceso de formación de la sociedad comunista. La experiencia de la antigua U.R.S.S., donde el ateísmo ha adquirido un carácter de masas, constituye una confirmación práctica de que estos principios son justos. Al construirse el comunismo, se va formando un nuevo hombre, libre de supervivencias religiosas y de otro tipo, un hombre armado con una concepción atea y científica del mundo.

Marx asume y reelabora el materialismo de Feuerbach, concluyendo que la religión es opio del pueblo, porque lo deshumaniza o aliena. La alienación religiosa es un reflejo de una alienación más profunda: la económica. De ahí que suprimiendo ésta desaparecerá también aquélla. Engels le da un alcance universal al materialismo, buscando explicar todo el universo con su dialéctica. Lenin, como estratega político, añade al marxismo un carácter militante.
El ateísmo marxista se formó en la lucha revolucionaria del proletariado por el socialismo. Su base filosófica es el materialismo dialéctico e histórico. El ateísmo marxista opone la imagen científica del mundo a las concepciones religiosas. Fue el ateísmo marxista el que por primera vez reveló las raíces sociales y gnoseológicas de la religión, el que puso en evidencia su carácter antihumanista y desenmascaró su papel como defensora del régimen explotador al servir de instrumento para embrutecer a los trabajadores y sembrar en ellos la sumisión y la humildad. Pero no se limita a desenmascarar la esencia de la religión, sino que se plantea el objetivo de librar totalmente al pueblo del yugo religioso, establece las vías para superar las creencias religiosas.

En la sociedad capitalista la religión es producto y reflejo del yugo económico. Sólo al través de la lucha clasista contra sus opresores, los obreros pueden librarse de los prejuicios religiosos. La eliminación del yugo económico, la liquidación de las clases explotadoras, crea las condiciones indispensables para librar a los trabajadores de la influencia espiritual de la religión y para la difusión masiva del ateísmo. Con la edificación del socialismo quedaron socavadas las raíces sociales de la religión.

Sin embargo, durante un período bastante prolongado se mantienen todavía vestigios de creencias religiosas en una parte de los trabajadores, como vestigios del pasado, impidiéndoles incorporarse a una participación activa en la edificación de la nueva sociedad, en la vida político-social del país. Esta es la razón de que la formación de la conciencia ateísta-científica entre las amplias masas populares adquiera importancia muy grande.

La superación de los residuos religiosos transcurre bajo la influencia de los éxitos obtenidos en la edificación del comunismo. Sin embargo, es imposible su total eliminación si no se realiza una intensa e inteligente propaganda del ateísmo científico que se apoye en las realizaciones de la ciencia contemporánea, la cual pone más y más al descubierto el cuadro científico del mundo, incrementa el poder del hombre sobre la naturaleza y no deja sitio a las fantásticas invenciones de la religión respecto a la existencia de fuerzas sobrenaturales.

Tomado de: M. Kosental y P. Ludin, Diccionario filosófico, Montevideo, 1946

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Ciencias Sociales, 7° Ejercicio de comprensión: Biografía de autores El Renacimiento: las ideas políticas

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Ciencias Sociales, 7°

Ejercicio de comprensión

Biografía de autores

El Renacimiento: las ideas políticas
Semana 1-5 de junio

Realice en su cuaderno la siguiente actividad:

1. Con base en los datos, realice una breve biografía de los autores, acompañada de un dibujo.

El Renacimiento dio lugar al surgimiento de todas las expresiones de las actividades humanas, como la ciencia, las nuevas teorías astronómicas, las artes y, entre otras muchas, las ideas políticas. La política, como tal, es la disciplina científica cuyo objetivo es el estudio sistemático del gobierno en su sentido más amplio. Sus análisis abarcan el origen y tipología de los regímenes políticos, sus estructuras, funciones e instituciones, las formas en que los gobiernos identifican y resuelven problemas socioeconómicos, y las interacciones entre grupos e individuos decisivos en el establecimiento, mantenimiento y cambio de los gobiernos.

Durante el Renacimiento, surgieron diversas ideas políticas, algunas utópicas o inalcanzables, que sirvieron de fundamento para regímenes políticos posteriores. Algunos de los filósofos o pensadores políticos del Renacimiento fueron los siguientes:

Nicolás Maquiavelo (1469-1527)
 Este pensador trató de crear un Estado capaz de rechazar ataques extranjeros y afianzar su soberanía. Sus escritos tratan sobre los principios en los que se basa un Estado de este tipo y los medios para reforzarlos y mantenerlos. En su obra más famosa, El príncipe (escrita en 1513 y publicada en 1532), describe el método por el cual un gobernante puede adquirir y mantener el poder político. Este estudio, que con frecuencia ha sido considerado una defensa del despotismo y la tiranía de dirigentes como César Borgia, está basado en la creencia de Maquiavelo de que un gobernante no está atado por las normas éticas: "¿Es mejor ser amado que temido, o al revés? La respuesta es que sería deseable ser ambas cosas, pero como es difícil que las dos se den al mismo tiempo, es mucho más seguro para un príncipe ser temido que ser amado, en caso de tener que renunciar a una de las dos". Desde su punto de vista, el gobernante debería preocuparse solamente del poder, y sólo debería rodearse de aquellos que le garantizaran el éxito en sus actuaciones políticas. Maquiavelo creía que estos gobernantes podían ser descubiertos mediante la deducción, a partir de las prácticas políticas de la época, así como de épocas anteriores.

Tomás Moro (1478-1535)
La principal obra de este político y pensador inglés, canonizado como santo Tomás Moro, es la Utopía.  Fue publicada en la ciudad flamenca de Lovaina (actual Bélgica), en 1516, con el título De optimo reipublicae statu de que nova insula Utopia. Escrita en latín, es uno de los textos más significativos del humanismo inglés, concebido como una prosa satírica de carácter social y político. Tomás Moro no sólo creó una nueva palabra (utopía, ‘lugar que no existe’), sino que inauguró un género literario y filosófico basado en la planificación ideal de una forma de gobierno perfecta, a la cual se la ha añadido posteriormente la acepción de ‘irrealizable’ (utópica). Dividido en dos partes, dedica la primera de ellas a las críticas que un viajero hace de la situación social y política de la Inglaterra de la época, en tanto que el segundo describe la organización de un Estado situado en la imaginaria isla de Utopía, donde las necesarias reformas conducentes al remedio de los males detallados ya han sido llevadas a cabo. La Utopía de Tomás Moro es la denuncia de unos comportamientos deplorados por el autor, escrita con un fino toque burlón, no exento de un dramatismo especialmente notable en la composición de los diálogos. Su invención de una república ideal, gobernada por medio de la razón y bajo la más profunda tolerancia religiosa, obtuvo una importante e inmediata resonancia en los ámbitos del humanismo renacentista, tanto en su propio país (donde fue traducida al inglés en 1551) como en el resto de Europa.

Tommaso Campanella (1568-1639)
Este filósofo italiano, a los 15 años entró en un convento de dominicos. Allí compartió las concepciones filosófico-naturales de Telesio, y se manifestó contra la escolástica.  A causa de su libertad de pensamiento, fue perseguido por la Inquisición. Campanella soñaba con una humanidad libre y próspera, pero confiaba en que su sueño podría trocarse en realidad con la ayuda del papado.

En 1599, Campanella intentó organizar un levantamiento con el fin de liberar a Italia del yugo español. La conjuración fue descubierta y Campanella, después de sufrir crueles tormentos, se vio arrojado en la cárcel, donde permaneció 27 años. Allí escribió (1602) su utopía La ciudad del Sol (publicada en 1623) acerca de una sociedad comunista ideal en la que el poder está en manos de hombres sabios y de sacerdotes, con lo que posee, en el fondo, un carácter teocrático. En este hecho se refleja el influjo que sobre Campanella ejerció la ideología de la Iglesia. Campanella fundamentaba su ideal comunista en el mandato de la razón y en las leyes de la naturaleza. La ciudad del Sol contribuyó en no poca medida a desarrollar la ideología progresiva, a estimular el progreso social.

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Educación religiosa, 6° Historia de la religión en Europa Actividad de comprensión: Conceptualización

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Educación religiosa, 6°
Historia de la religión en Europa 

Actividad de comprensión
Conceptualización 

El cristianismo en los siglos IV y V en Europa
Semana 1-5 de junio 


1. Identifique los principales conceptos o palabras desconocidas relacionados con el tema principal de la lectura, enumérelos y busque su significado en diccionario. Escríbalos en su cuaderno.

El cristianismo en los siglos IV y V en Europa

Durante los siglos IV y V el cristianismo fue la religión dominante en el mundo europeo y mediterráneo. Desde Irlanda, en el oeste, hasta Etiopía, en el sureste, la gente se había convertido a la nueva fe cristiana.

En el 312, Constantino se convirtió al cristianismo después de haber ganado una batalla; por esto, consideró que el Dios cristiano le había proporcionado la victoria, por lo que abandonó sus anteriores creencias paganas. El Senado lo aclamó como salvador del pueblo romano y le tituló primus augustus. Detuvo la persecución de los cristianos, y Licinio Liciniano, su coemperador, se le unió en la proclamación del Edicto de Milán (313), que ordenó la tolerancia del cristianismo en el Imperio romano y restituyó a la Iglesia los bienes confiscados. Fue entonces Constantino quien estableció al cristianismo como religión oficial del imperio romano, llamándola religión católica (universal del imperio).

 La conversión del emperador Constantino situó al cristianismo en una posición privilegiada dentro del Imperio; se hizo más fácil ser cristiano que no serlo. Como resultado, los cristianos comenzaron a sentir que se estaba rebajando el grado de exigencia y sinceridad de la conducta cristiana y que el único modo de cumplir con los imperativos morales de Cristo era huir del mundo (y de la Iglesia que estaba en el mundo), y ejercer una profesión de disciplina cristiana, como monje.

Desde sus comienzos en el desierto egipcio, con el eremitorio de san Antonio, el monaquismo cristiano se propagó durante los siglos IV y V por muchas zonas del Imperio romano. Los monjes cristianos se entregaron al rezo y a la observación de una vida ascética, pero no sólo en la parte griega o latina del Imperio romano, sino incluso más allá de sus fronteras orientales, en el interior de Asia.

Durante el inicio de la Edad Media, estos monjes se transformaron en la fuerza más poderosa del proceso de cristianización de los no creyentes, de la renovación del culto y de la oración y, a pesar del antiintelectualismo que en reiteradas ocasiones trató de hacer valer sus derechos entre ellos, del campo de la teología y la erudición.

Sólo un siglo después, a principios del VII, la importancia del cristianismo cambiaría de manera drástica debido a la propagación de una nueva religión, el islam.

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lunes, 11 de mayo de 2020

Educación religiosa, 10° Taller Feuerbach: el giro antropológico de la teología especulativa Semana 11-15 de mayo

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Educación religiosa, 10°

Taller
Feuerbach: el giro antropológico de la teología especulativa
Semana 11-15 de mayo

1. Lea con atención el texto y responda, objetivamente, por qué el ateísmo de Feuerbach se considera antropológico. No olvide establecer título, objetivo, introducción, contenido, conclusión y bibliografía.

Feuerbach: el giro antropológico de la teología especulativa
Ludwig Feuerbach (1804-1872), filósofo alemán, situó la psicología religiosa en el espacio teórico correspondiente a la religión ortodoxa y desarrolló una de las primeras filosofías materialistas de Alemania. Ha sido considerado como el propulsor de lo que se conoce como ateísmo antropológico.

El joven Feuerbach asumió un pensamiento crítico contra la filosofía de su tiempo. La señaló por fundarse desde el trasfondo teológico de la especulación y la abstracción metafísicas. Pero su posición no solo fue crítica, también tuvo como objetivo demostrar que la teología especulativa, entendida como filosofía, idealismo alemán o cristianismo moderno, guardaba una esencia antropológica si se obedecía a la concepción del hombre como secreto de la teología, ya que él era el origen y el gestor de la idea de lo infinito –entendida como Dios–.
Inicia así la interpretación del hombre en Feuerbach. En la misma, el hombre no es reflejo ni se realiza a partir de lo que piensa o lo que cree entendido como sujeto divino. Todo lo contrario, se realiza en y para sí mismo desde su origen real al comprender que el hombre es ante todo sujeto efectivo. En cuanto el hombre es originario, la esencia de toda meditación no puede estar por fuera de él, la esencia es él mismo concebido como sujeto creador de pensamiento, el cual puede proyectar cualidades propias y reales en el sujeto de la representación formal, es decir, Dios. Es propio advertir aquí que el hombre como ser de género o universal no es sujeto puramente lógico comprendido a la luz de las proposiciones a priori del pensamiento. Él no surge para ser fundamento del mundo objetivo o “representado”, como lo llamó Feuerbach. Es decir, el hombre no es gestado como un concepto puro y formal al que se le agregan predicados, como si de darle contenido se tratase; su origen efectivo exige un conocimiento sobre su naturaleza y su situación en el mundo para reflexionar sobre él. El hombre es material/real y por ello los conceptos puros y formales no lo agotan. La relación que guarda con los mismos solo es comprendida si se entiende que son resultado de su pensamiento creativo y lógico y que, en este sentido, el sujeto real antecede al sujeto lógico, es la esencia —como hombre— que precede como realidad a la idea. El Hombre es quien crea lo pensado —la lógica—, por ello el pensamiento no puede consolidarse como un círculo cerrado y replegado sobre las formas lógicas o abstractas del pensar; ha de entenderse desde su origen en términos esencialmente antropológicos. De esta manera, el hombre es esencia de todo pensamiento y, con ello, de todo conocimiento subjetivo y universal. En términos de Feuerbach:

El ser humano no es sólo un ser particular y subjetivo, sino un ser universal, pues es el universo lo que el hombre tiene como objeto de su instinto de conocimiento; en consecuencia, solo un ser cosmopolita puede convertir al cosmos en su objeto. Simil simili gaudet. Las estrellas no son el objeto de una intuición sensible inmediata, pero sabemos lo esencial: que obedecen a las mismas leyes que nosotros. Asimismo, toda especulación es trivial si pretende sobrepasar a la naturaleza y al hombre; (…). Los más profundos secretos yacen en las cosas naturales más simples con las que el soñador que suspira por el más allá se da de patadas. Solo el regreso a la naturaleza es la fuente de la salvación (1974, pp. 63-64).

El ser humano es esencia de todo pensamiento y todo conocimiento en la antropología humanista. En consecuencia, Feuerbach, más que renunciar a la filosofía especulativa por estar infestada de teología, presume de darle un giro subjetivo al encontrar en ella una esencia suprema que no es divina, sino antropológica. Esta esencia, el hombre, es origen de todo fundamento, creadora de toda tendencia hacia lo infinito. Se gesta así el giro antropológico de la teología como una concepción que encuentra al hombre, al sujeto natural, real y esencial capaz de ser un universal desde sí mismo. Feuerbach debe fijar en la naturaleza la esencia humana escondida tras la teología especulativa y su sujeto supremo, Dios. Le corresponde hacerlo para cuidarse de ser alcanzado por su propia crítica contra el idealismo –en la cual lo acusa por haber precedido el sujeto de la lógica al sujeto real volviendo las abstracciones centro de toda reflexión–, si quiere llevar a término el giro antropológico de la teología y obligar a la filosofía a reflexionar sobre el hombre real. Para fijar la esencia humana en la naturaleza, el autor recurre al pensamiento de los estoicos al afirmar que se debe vivir de acuerdo a ella. De aquí que atender a nuestro organismo sea importante. Escuchar con fina atención lo que llega a los oídos, dejarse ser en los encantos de los sonidos que amplifican la armonía natural de la relación hombre/mundo, por ejemplo, sea concebir que la libertad y la moral no son contrarias a la naturaleza, sino que el conocimiento de la misma civiliza al hombre en la medida en que este entiende mejor los procesos orgánicos a los que está expuesto, cómo controlarlos y sobrellevarlos, según lo sugirió el autor:

La filosofía es la ciencia de la realidad en su verdad y su totalidad; pero la esencia de la realidad es la naturaleza, la naturaleza en el sentido más universal de la palabra (…) El postulado mismo de los estoicos, digo los estoicos rigurosos, esos espantos de los moralistas cristianos, era conocido: tò omoloumènos te physei zèn (vivir de acuerdo con la naturaleza) (Feuerbach, 1974, pp. 63-64).

La comprensión del hombre desde la naturaleza es la tarea antropológica que plantea Feuerbach. Su propuesta consiste en dejar la filosofía ligada al puro estudio del concepto y la forma, para empezar a advertir que el estudio de tal disciplina debe responder a los objetos inmediatos, naturales y no meramente abstractos, desde el conocimiento que atiende a aprehender y confrontar las contingencias a las que se precipita el hombre como un ser natural. En este sentido, la aspiración del autor al hacer el giro antropológico de la teología especulativa fue presentar la necesidad de arrancar a cimentar la filosofía desde un sujeto real, material, subjetivo y susceptible de universalizarse como el hombre-hombre, y no desde un sujeto lógico, formal y abstracto imposible de conocer, sino como representación especulativa desde la teología. Acontece con el pensamiento antropológico algo bastante precioso, a saber: que solo presenta como digno de ser pensado y tenido a cuentas aquello que ayuda a entender las “leyes naturales”, que no son otras sino las que competen a la propia vida. Luego, solo pueden seguir pensándose las ideas que son útiles a la comprensión de la realidad. En este sentido, puede apreciarse el giro antropológico de la teología como un pensamiento que se intenta ocupar de la vida en su aspecto más originario, plural, material y real.

Fragmento de, María Cristina López Bolívar, Feuerbach: el giro antropológico de la teología”. En Revista Perseitas, Vol. 6, núm. 2, julio-diciembre de 2018, pp. 319-350.


Ciencias Sociales 7° Renacimiento: ciencia y tecnología Taller Semana 11-15 de mayo

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Ciencias Sociales 7°

Taller
Renacimiento: ciencia y tecnología
Semana 11-15 de mayo

1. Lea con atención el texto, y realice en su cuaderno dibujos mostrando a los principales científicos mencionados y sus logros más importantes, comentando por qué fueron y siguen siendo valiosos.

Renacimiento: ciencia y tecnología
El Renacimiento, como periodo de la historia europea, se caracterizó por un renovado interés por el pasado grecorromano clásico y especialmente por su arte. El renacimiento comenzó en Italia en el siglo XIV y se difundió por el resto de Europa durante los siglos XV y XVI. En este periodo, la fragmentaria sociedad feudal de la Edad Media, caracterizada por una economía básicamente agrícola y una vida cultural e intelectual dominada por la Iglesia, se transformó en una sociedad dominada progresivamente por instituciones políticas centralizadas, con una economía urbana y mercantil, en la que se desarrolló el mecenazgo de la educación, de las artes y de la música, además del desarrollo de la ciencia y la tecnología.

También se hicieron progresos en medicina y anatomía, especialmente tras la traducción, en los siglos XV y XVI, de numerosos trabajos de Hipócrates y Galeno; también fueron traducidos en el siglo XVI algunos de los más avanzados tratados griegos sobre matemáticas. Entre los avances realizados destacaron la solución de ecuaciones cúbicas y la innovadora astronomía de Nicolás Copérnico, Tycho Brahe y Johannes Kepler. A finales del siglo XVI, Galileo ya había dado un paso fundamental al aplicar modelos matemáticos a la física. La geografía se transformó gracias a los conocimientos empíricos adquiridos a través de las exploraciones y los descubrimientos de nuevos continentes y por las primeras traducciones de las obras de Tolomeo y Estrabón.

En el campo de la tecnología, la invención de la imprenta en el siglo XV, Johann Gutenberg (c.1400-1468), revolucionó la difusión de los conocimientos. La imprenta incrementó el número de ejemplares, ofreció a los eruditos textos idénticos con los que trabajar y convirtió el trabajo intelectual en una labor colectiva. El uso de la pólvora transformó las tácticas militares entre los años 1450 y 1550, favoreciendo el desarrollo de la artillería, que mostró sus efectos devastadores contra los muros de piedra de castillos y ciudades. El ejército medieval, encabezado por la caballería y apoyado por arqueros, fue reemplazado progresivamente por la infantería, provista de armas de fuego y picas; tales fuerzas formaron los primeros ejércitos permanentes de Europa.

Algunos de los científicos más importantes de este periodo fueron los siguientes:
Nicolás Copérnico (1473-1543), astrónomo polaco, conocido por su teoría según la cual el Sol se encontraba en el centro del Universo y la Tierra, que giraba una vez al día sobre su eje, completaba cada año una vuelta alrededor de él. Este sistema recibió el nombre de heliocéntrico o centrado en el Sol. La teoría de Copérnico establecía que la Tierra giraba sobre sí misma una vez al día, y que una vez al año daba una vuelta completa alrededor del Sol.

Además, afirmaba que la Tierra, en su movimiento rotatorio, se inclinaba sobre su eje (como un trompo). Sin embargo, aún mantenía algunos principios de la antigua cosmología, como la idea de las esferas dentro de las cuales se encontraban los planetas y la esfera exterior donde estaban inmóviles las estrellas. Por otra parte, esta teoría heliocéntrica tenía la ventaja de poder explicar los cambios diarios y anuales del Sol y las estrellas, así como el aparente movimiento retrógrado de Marte, Júpiter y Saturno, y la razón por la que Venus y Mercurio nunca se alejaban más allá de una distancia determinada del Sol. Esta teoría también sostenía que la esfera exterior de las estrellas fijas era estacionaria.

Tycho Brahe (1546-1601), astrónomo danés que realizó numerosas y precisas mediciones astronómicas del Sistema Solar y de más de 700 estrellas. Brahe acumuló más datos que los que se obtuvieron en todas las demás mediciones astronómicas realizadas hasta la invención del telescopio, a principios del siglo XVII. Brahe nunca aceptó totalmente el sistema de Copérnico del Universo y buscó una fórmula de compromiso entre éste y el antiguo sistema de Tolomeo. El sistema de Brahe presuponía que los cinco planetas conocidos giraban alrededor del Sol, el cual, junto con los planetas, daba una vuelta alrededor de la Tierra una vez al año. La esfera de las estrellas giraba una vez al día alrededor de la Tierra inmóvil.

Johannes Kepler (1571-1630), astrónomo y filósofo alemán, famoso por formular y verificar las tres leyes del movimiento planetario conocidas como leyes de Kepler. Kepler aceptó la teoría copernicana al creer que la simplicidad de su ordenamiento planetario tenía que haber sido el plan de Dios. En 1594, cuando Kepler dejó Tübingen y marchó a Graz (Austria), elaboró una hipótesis geométrica compleja para explicar las distancias entre las órbitas planetarias —órbitas que se consideraban circulares erróneamente (Posteriormente, Kepler dedujo que las órbitas de los planetas son elípticas; sin embargo, estos primeros cálculos sólo coinciden en un 5% con la realidad.) Kepler planteó que el Sol ejerce una fuerza que disminuye de forma inversamente proporcional a la distancia e impulsa a los planetas alrededor de sus órbitas. Publicó sus teorías en un tratado titulado Mysterium Cosmographicum en 1596. Esta obra es importante porque presentaba la primera demostración amplia y convincente de las ventajas geométricas de la teoría copernicana.

Galileo (Galileo Galilei) (1564-1642), físico y astrónomo italiano que, junto con el astrónomo alemán Johannes Kepler, comenzó la revolución científica que culminó con la obra del físico inglés Isaac Newton. Su nombre completo era Galileo Galilei, y su principal contribución a la astronomía fue el uso del telescopio para la observación y descubrimiento de las manchas solares, valles y montañas lunares, los cuatro satélites mayores de Júpiter y las fases de Venus. En el campo de la física descubrió las leyes que rigen la caída de los cuerpos y el movimiento de los proyectiles. En la historia de la cultura, Galileo se ha convertido en el símbolo de la lucha contra la autoridad y de la libertad en la investigación. En Padua, Galileo inventó un compás de cálculo que resolvía problemas prácticos de matemáticas.

De la física especulativa pasó a dedicarse a las mediciones precisas, descubrió las leyes de la caída de los cuerpos y de la trayectoria parabólica de los proyectiles, estudió el movimiento del péndulo e investigó la mecánica y la resistencia de los materiales. Apenas mostraba interés por la astronomía, aunque a partir de 1595 se inclinó por la teoría de Copérnico, que sostenía que la Tierra giraba alrededor del Sol desechando el modelo de Aristóteles y Tolomeo, en el que los planetas giraban alrededor de una Tierra estacionaria. Solamente la concepción de Copérnico apoyaba la teoría de las mareas de Galileo, que se basaba en el movimiento de la Tierra. En 1609 oyó decir que en los Países Bajos habían inventado un telescopio. En agosto de ese año presentó al duque de Venecia un telescopio de una potencia similar a los modernos gemelos o binoculares. Su contribución en las operaciones navales y marítimas le supuso duplicar sus ingresos y la concesión del cargo vitalicio de profesor.

En diciembre de 1609 Galileo había construido un telescopio de veinte aumentos, con el que descubrió montañas y cráteres en la Luna. También observó que la Vía Láctea estaba compuesta por estrellas y descubrió los cuatro satélites mayores de Júpiter. En marzo de 1610 publicó estos descubrimientos en El mensajero de los astros. Su fama le valió el ser nombrado matemático de la corte de Florencia, donde quedó libre de sus responsabilidades académicas y pudo dedicarse a investigar y escribir. En diciembre de 1610 pudo observar las fases de Venus, que contradecían la astronomía de Tolomeo y confirmaban su aceptación de las teorías de Copérnico.


miércoles, 10 de abril de 2013

Las vicisitudes del movimiento estudiantil en Colombia De la matanza de estudiantes de 1954 a las acciones del MANE, en 2011


Las vicisitudes del movimiento estudiantil en Colombia. De la matanza de estudiantes de 1954 a las acciones del MANE, en 2011


                                                                                 Por Efrén Mesa Montaña  




Debajo de las clases populares conservadoras
está el sustrato de los parias y de los “uotsiders”, las otras razas, los otros colores, las clases explotadas y perseguidas, los obreros en paro y los que ya no pueden encontrar un empleo. Todos ellos se sitúan fuera del proceso democrático; su vida expresa la necesidad más inmediata y más real de poner fin a condiciones e instituciones intolerables. Así, su oposición es revolucionaria, aunque su conciencia no lo sea…

Herbert Marcuse, El hombre unidimensional


La violencia humana siempre ha sido un sistema de defensa-ataque de un grupo
 contra otro. Ocurre cuando hay discrepancia entre esos grupos sociales. 
¿...cómo se cura? En el caso humano es fácil de corregir: 
se corrige con una cosa que se llama educación.

Rodolfo Llinás





“Sin título”, boceto de Juan Genovés

Las ideas de Jean Paul Sartre influyeron decididamente en las revueltas estudiantiles de mayo del 68: “La doctrina que yo les presento es justamente lo opuesto al quietismo, porque declara: sólo hay realidad en la acción; y va más lejos todavía, porque agrega: el hombre no es nada más que su proyecto, no existe más que en la medida en que se realiza, no es por  lo tanto más que el conjunto de sus actos, nada más que su vida”. 



Jean Paul Sartre, El existencialismo es un humanismo






Una presentación


Nos proponemos mostrar en las líneas siguientes algunos de los incidentes por los que ha atravesado el movimiento estudiantil colombiano, particularmente en la coyuntura de la dictadura de Rojas Pinilla, y de cómo, desde sus orígenes, se ha mantenido al margen de la realidad social y política del país, en apariencia. En la misma dirección, intentaremos adentrarnos en los eventos generados por el movimiento estudiantil de reciente emergencia, en 2011, particularmente los desconciertos que sembró frente a las ambigüedades y desconfianzas de quienes han considerado la protesta estudiantil como banal, sin dirección y sin resultados.


En efecto, los movimientos estudiantiles, en Colombia y el mundo, aparecen de manera espontánea, realizan acciones y luego desaparecen. Esta forma de actuar ha sido suficiente para que estudiosos de todo orden aventuren hipótesis, que parecen confirmar cuando los movimientos estudiantiles frente a sus demandas se hunden en el fracaso.


En todo caso, los movimientos estudiantiles en el mundo no siempre persiguen los mismos objetivos ni en todo el mundo son tolerados o reprimidos por las fuerzas policiales. Además de ello, la ideología difiere de manera profunda de uno a otro movimiento. Durante el Mayo del 68, por ejemplo, mientras el movimiento francés, influido por el marxismo, de manera radical apuntaba hacia un cambio total en las esferas intelectual y material, así como en las instituciones y en las relaciones sociales, los movimientos norteamericanos tenían una tendencia más conservadora.



A su vez, en países con gran desarrollo industrial y tecnológico, como Japón, la protesta juvenil y los movimientos de estudiantes, se dirigen hacia la dignificación de la vida a partir de la degradación humana que conlleva el exceso de trabajo, así como la defensa del medio ambiente. Así, la revolución no surgiría entonces, de la protesta contra la miseria y las privaciones, sino de la necesidad de humanización de la vida y por la degradación de las fuerzas productivas.   



Estudiante lanzando piedra contra un tanque de la policía, en Bogotá, 1971

En los países subdesarrollados, las cosas son diferentes. El pregonado lema de “la imaginación al poder” se halla ajeno de las exigencias del devenir cotidiano. La experiencia ha confirmado que en el aún llamado Tercer Mundo, los movimientos estudiantiles son quizá más radicales y que, espoleados por la presión de los gobiernos, que responden a las exigencias del imperialismo —aunque esta palabra pareciera mandada a recoger—, protagonizan marchas y mítines, en los que no rara vez la violencia se hace presente. En otras palabras, los movimientos estudiantiles, como la protesta social en los países de nuestra región, se mueven en la esfera de la revolución que responde a la situación de pobreza, de marginación y de explotación; las demandas son por democracia efectiva, por la dignificación de la vida, y en ello tienen que ver las marchas en contra de la privatización de la educación, y es esto es lo que ocurre en Colombia.



Continuidad y discontinuidad del movimiento estudiantil

Frente a las eventuales frustraciones del movimiento estudiantil colombiano podemos aventurar aquí dos conjeturas en procura de advertir su fragmentación y discontinuidad. La primera tiene que ver con la ausencia de una democracia efectiva; es decir, que se evidencie en la experiencia, en la práctica. Resulta paradójico que Colombia, que pregona la democracia más antigua del continente sea, como dice Antonio García, el país de la América Latina donde menos se hallan vestigios de su experiencia. Esta carencia influye de manera decisiva en la limitación de las manifestaciones de protesta, en la expresión contundente de inconformidades, pues la respuesta es la represión. Hay entonces una especie de autocensura, y se hace preferible tolerar la injusticia con los dientes apretados. 



Esperando a los manifestantes, años setenta

La segunda tiene que ver con la discontinuidad que se genera en el mismo movimiento estudiantil, en virtud de que éste se presenta de manera cíclica; es decir, quienes realizan una jornada de protesta en una época, no son los mismos en la siguiente, sino personas “nuevas” que se inician en la protesta sin más recursos que los de la indignación espontánea. En otras palabras, la discontinuidad del movimiento estudiantil por su carácter cíclico, impide llevar a efecto el acumulado de experiencia, de conocimiento legado por anteriores partidarios.



Por otro lado y sumado a esto, la marginalidad de la protesta en sus demandas más apremiantes se advierte en los medios de comunicación. Por el contrario. Vemos cómo, lo que en principio es una exigencia frente a la negligencia o vulneración de derechos, en los medios se presenta como una arremetida de “antisociales”, de “desadaptados”, de “vándalos”, de gente sin oficio que atenta contra la propiedad y las buenas costumbres. Los medios, cuyo papel no es precisamente el de informar, performan la realidad, la tergiversan, le dan un sentido diferente, y las demandas iniciales y quienes las exigen, terminan siendo rechazados y marginados. No sería exagerado sugerir que, de alguna manera y a partir de lo anterior, el mayo del 68 en Colombia haya pasado si no de manera desapercibida, por lo menos sin demasiado entusiasmo.




De la matanza de estudiantes de 1954 y otros sinsabores
A finales de los agitados años veinte en Colombia, las manifestaciones de protesta contra el régimen de Abadía Méndez se hicieron notorias. En las innumerables jornadas de protesta, se cuestionaba la imperante corrupción en la municipalidad bogotana, el nepotismo rampante en la administración pública y el control político, económico y administrativo ejercido por “La Rosca”, un grupo de políticos, liberales y conservadores, que disponían de las instituciones del gobierno como si fuesen de su propiedad. A mediados de 1929, a las protestas sociales se sumaron los estudiantes, quienes abiertamente criticaron el carácter represivo del régimen conservador, denunciando a Carlos Cortés Vargas, quien se desempeñaba como Director de la Policía, y que apenas seis meses atrás había dado de qué hablar por la represión brutal con la que sometió a los trabajadores de las bananeras, dejando como saldo un número indeterminado de muertos.




Portada de El Espectador, 9 de junio de 1954



Así, el 7 de junio de 1929, después de una jornada de protesta, el estudiante de derecho, Gonzalo Bravo Páez se dirigía a su casa en compañía de algunos amigos, cuando, sin que mediara razón, la guardia presidencial disparó contra el joven. Al día siguiente, durante el sepelio, las voces de protesta contra régimen de gobierno se hicieron intensas, y desde entonces, teniendo en cuenta que Bravo Páez fue el primer mártir de los estudiantes, el 8 de junio se convertiría en la efeméride clásica de los estudiantes.





Estudiantes caídos el 9 de junio de 1954, Bogotá


 En esta fecha, veinticinco años después, mientras los estudiantes realizaban una jornada cultural en la Universidad Nacional, en inmediaciones de ésta fue asesinado por el Ejército, el estudiante Uriel Gutiérrez Restrepo. Al día siguiente, 9 de junio de 1954, los estudiantes se volcaron a las calles protestando por lo sucedido. Si bien era cierto, las relaciones de los estudiantes con el régimen dictatorial de Rojas Pinilla desde un año atrás no habían sido las mejores, y lo sucedido el día anterior acababa por confirmarlo. Así, durante la manifestación, que se hacía álgida reclamando por los hechos al gobierno, en pleno centro de Bogotá, en la carrera séptima con calle trece, el Ejército disparó contra el grupo de estudiantes, dejando 13 muertos y 40 heridos. De inmediato, la represión se generalizó. Ya no fueron sólo los estudiantes objetivos de pesquisas del gobierno, sino maestros y directivas de la Universidad, responsables de las ideas que movían a los a los estudiantes.



Sin embargo, aun con la represión generalizada bajo el estado de sitio, las movilizaciones estudiantiles durante la dictadura de Rojas Pinilla fueron pan de cada día, y se puede decir que su intensificación en mayo de 1957, coadyuvarían en la claudicación del dictador.


Desde entonces, y hasta la primera década del siglo XXI, las apariciones del movimiento estudiantil han sido esporádicas y en eventuales coyunturas políticas y sociales. Se advierte que no son los mismos grupos quienes componen las marchas, sino que éstos, años tras año, se van renovando. A lo sumo, los integrantes de las marchas vendrían a ser parte de éstas durante cuatro o cinco años, el tiempo que duraría el periodo de estudio de una carrera determinada, y que al cabo de la culminación de ésta, los jóvenes se alejarían para ser sustituidos por otros. De ahí entonces que se hable del carácter cíclico del movimiento estudiantil, y en ello, de la ausencia de experiencia como menguante de fuerza en los nuevos grupos. Su fracaso radicaría precisamente en esto, en la falta de un acumulado de experiencia, en razón de que ésta año tras año terminaría disolviéndose.







Matanza de estudiantes, Bogotá, 1954



La década de los sesenta se caracterizó por una relativa ausencia de las marchas que caracterizaron la dictadura de Rojas. Se da, en cambio, una especie de reorganización desde el punto de vista político, y los estudiantes recurren a otra herramienta nueva, la huelga. Esta forma de protesta encontró solidaridad en los sectores populares, como ocurriría en Bucaramanga hacia 1964. Al mismo tiempo, en la Universidad Pedagógica Nacional, en Bogotá, los reclamos por el ingreso de estudiantes hombres a la Universidad, además de las exigencias frente a la calidad de la educación, motivaría a los estudiantes para que entraran en huelga y presionaran por el cumplimiento de sus demandas.






Manifestación estudiantil contra Rojas, 1957

Sin embargo, durante los años setenta y ochenta, los movimientos estudiantiles, frente a las reformas lesivas del gobierno, asumirían un papel más radical. Había vientos de euforia, como la reciente memoria del Mayo francés, en el que Colombia había participado de manera pasiva. La reforma constitucional de 1968 en el gobierno de Lleras Restrepo, había llevado implícito un decreto que apuntaba a la reforma de las instituciones educativas. Aun cuando Lleras Restrepo había hecho un recorrido por varias universidades del país durante 1969 hablando de las bondades de la reforma, la crisis habría de estallar hasta 1971, en Cali, cuando los estudiantes protestaban por la autonomía universitaria, resquebrajada por la reforma de 1968. Durante esta manifestación, fueron asesinados siete estudiantes y resultaron heridas numerosas personas. Este crimen daría lugar para que a la protesta se sumara la mayoría de universidades, incluso algunas privadas. En Bogotá, las manifestaciones se tornaron violentas, hasta el extremo de que el Ejército se tomó la Universidad Pedagógica Nacional. 


Movimiento estudiantil, 1971

El Movimiento estudiantil 4 de marzo, que surgiría de estas acciones, gestó desde entonces el inconformismo contra establecimiento, mediante mítines, manifestaciones y pedreas. Se puede decir que el movimiento estudiantil de este periodo ha sido uno de los más radicales, mientras la represión de las fuerzas armadas se hacía igualmente intensa.

A finales de la década de los setenta, la promulgación del estatuto de seguridad en el gobierno de Turbay Ayala, sería el detonante para que la protesta estudiantil volviera a las calles. Las reformas que introdujo este gobierno en el campo de la educación superior, amparadas en el estatuto de seguridad, motivaron la constante protesta y movilización de los estudiantes. Fue este periodo uno de los más nefastos en la historia de Colombia, donde la tortura, la cárcel y la represión estuvieron a la orden del día.

Sin embargo, estas dos jornadas de protesta, la de los años setenta y la de los años ochenta, se convertirían en los estribos en los que habría de apoyarse el movimiento estudiantil en los inicios de la segunda década del siglo XXI en Colombia.

La Mesa Amplia Nacional Estudiantil, MANE
La reforma a la ley 30 de 1992, con la que inauguró el gobierno de Juan Manuel Santos sus relaciones con los estudiantes colombianos a mediados de 2011, generó de manera paulatina un levantamiento de estudiantes cuyos precedentes se hallan en los movimientos estudiantiles de los años setenta y ochenta. Mucho se ha dicho en Colombia sobre los movimientos estudiantiles, incluso, por su naturaleza cíclica, se ha hablado de su inexistencia y de allí, los brotes esporádicos de inconformismo social, son sólo eso, grupitos de jóvenes imbuidos por la nostalgia, pero ajenos en la experiencia de sus verdaderos objetivos.

Integrantes del MANE, 2011

Con tales antecedentes, los críticos sociales, políticos y dirigentes de gremios; es decir, quienes aducen toda suerte de remedios a la caótica realidad social colombiana como quien ve al torero y toro desde la barrera, advirtieron de la presencia del movimiento estudiantil, adujeron su aparición espontánea y se atrevieron a darle unas cuantas semanas de vida: por su naturaleza cíclica, la ausencia de experiencia y el temor a la represión, la protesta estudiantil, que es eso, nada más, se esfumará con la misma parsimonia con la que apareció. En otras palabras, decían, el movimiento estudiantil no existe.

Sin embargo, demasiado temprano advirtieron que la sociedad está rompiendo los moldes con la que la han prefigurado: una sociedad pasiva que asume los males remediables como si fueran cosas del destino. Así, la Mesa Amplia Nacional Estudiantil, MANE, que venía gestándose desde 2008 en la idea de agrupar a varias universidades del país, ante la aparición de la reforma educativa con la que el gobierno pretendía “mejorar la calidad educativa”, pero y sobre todo, “ampliar la cobertura” para brindarle a todos los colombianos la posibilidad de acceder a la educación superior, dio la voz de alarma, pues la famosa reforma no era más que simple retórica, anzuelo para cautivar a los más ingenuos, como históricamente ha sido tratado el país. Aun así, los medios reproducían la sorpresa de la dirigencia del país: la ministra de educación comentaba preocupada que los estudiantes no habían leído la propuesta, en otras palabras, sus acciones eran injustificadas, y no habían leído la propuesta precisamente porque no sabían leer.

Sin embargo, lo que no explicó la ministra, era que los estudiantes perfectamente habían leído entre líneas lo que para todos aparecía vedado: la creación de universidades con ánimo de lucro; el ofrecimiento de créditos, con pagos pactados a futuro, pero con la posibilidad de cobros coercitivos; la generación de “autonomía” económica en las universidades; es decir, que las universidades dispusieran de la posibilidad de buscar recursos económicos (que no es otra cosa que excluirla de los recursos del Estado y propiciar su privatización), entre otras.


“Poder popular”
Afiche en contra de la represión, mayo de 1968


 Frente a estas maravillosas medidas, los estudiantes se organizaron: establecieron una mesa de articulación nacional, una mesa de movilizaciones y una mesa programática, y decidieron dar la pelea, exigiendo, para empezar, el retiro inmediato de la reforma de los artículos nocivos, y en su lugar, la consideración de la educación como derecho fundamental, y en ello, la autonomía universitaria sin interferencia externa, la financiación estatal de la educación y calidad del servicio, garantías de bienestar estudiantil y “libertades democráticas”; es decir, las demandas que consagra la Constitución de 1991, pero que en la cultura política colombiana sólo están en el papel, y ahí están bien.

Estas acciones no fueron espontáneas ni obedecieron caprichosamente a ideologías  ajenas a la realidad de la sociedad colombiana, sino que se fundamentaron como respuesta a las medidas represivas que los gobiernos neoliberales imponen en beneficio de grupos económicos o de la presión internacional. De ahí entonces que el acumulado de experiencia legado por los movimientos estudiantiles de los años setenta y ochenta se haya advertido en la persistencia de la lucha frente a la represión violenta del Estado, en la resistencia frente a las exigencias y a no cejar frente a las promesas —recordemos que un día antes de la gran marcha en Bogotá, el presidente Santos prometió retirar de inmediato el proyecto de reforma, si los estudiantes no marchaban y regresaban a clase; en respuesta, los estudiantes marcharon: las promesas no tienen validez sino en la práctica—, pero lo que es más, los estudiantes en 2011, demostraron que no estaban equivocados frente a la maraña de propaganda negra que los medios de comunicación se encargaron de difundir: demostraron mediante el estudio juicioso del proyecto de reforma, los males que acarrearía, y que esto sería el toque final al sistema de exclusión social que ha imperado en Colombia como parte de la normalidad.

La reforma educativa en estado de hibernación
Leyendo las últimas palabras de la novela de Albert Camus, La peste, en la que se nos recuerda que mientras el doctor Rieux oía los gritos de alegría de la ciudad que se había librado de la peste, no dejaba de alarmarlo la verdadera verdad que se escondía detrás de tanto entusiasmo, viene a colación la exaltación que se produjo después de que las protestas estudiantiles hubieran forzado el retiro de la reforma a la Ley 30, y del silencio que ahora se abre como un enorme paréntesis: ¿qué va a pasar después? Aunque todo el mundo pareciera saberlo, nadie quiere echar a pique el fervor de la batalla ganada.

“Sé joven y calla”, cartel aludiendo la represión del Estado, París, mayo de 1968


Efectivamente, sí. Las marchas estudiantiles, después de un mes de intensas protestas en contra de la reforma educativa, parecen haber amainado en razón de las promesa del gobierno de retirar el vergonzoso proyecto. El día anterior a la gran marcha del diez de noviembre, el presidente de la república declaró que pediría el retiro del proyecto, siempre y cuando los estudiantes se abstuvieran de marchar y regresaran a clases. No estaba bien visto que ahora que Colombia había acabado de aprobar el TLC con los Estados Unidos y que el presidente se dispusiera a realizar una gira por varios países, los temas de protestas estudiantiles y de inconformidad popular se ventilaran en el extranjero. Eso nunca. Este es un país democrático: la democracia más antigua de la América Latina, por si hay dudas. Aun así, los estudiantes marcharon y dieron ejemplo de no conformarse con las promesas.

Para asegurarse de que hablaban en serio, los líderes de las protestas estudiantiles requirieron reunirse con algunos miembros del Congreso para concretar el retiro definitivo del Proyecto de Ley 112, y gestionar así el regreso de los estudiantes a las aulas de clases, como en efecto se hizo. Y las cosas parecieron volver al antiguo y juicioso cause de la compostura y moderación de un país donde la realidad es algo que transcurre al margen del desconcierto.

De manera que, una semana después, todo parece haber retornado a la normalidad. Nadie parece acordarse de los agitados días de octubre y noviembre de 2011, en los que el lento flujo del transporte en Bogotá y de las principales ciudades del país, parecía haberse detenido por completo, ni nadie, absolutamente nadie, parece acordarse de las motivaciones que tuvo el gobierno para elaborar lo que para los estudiantes es un esperpento que conlleva el empobrecimiento de la educación superior en la misma medida en que la hace exclusiva de quien pueda pagarla, mientras para la gran mayoría de colombianos, que admiten como sagrada la verdad de las declaraciones del gobierno por la televisión, los estudiantes no sólo no saben de qué están hablando ni tienen idea de por qué marchan, a lo sumo es una excusa para no asistir a clases. Aún más: nadie quiere volver a saber de marchas ni de que tales eventos vuelvan a suceder. Al fin y al cabo el gobierno retiró el proyecto, y este aire de calma que se respira puede ser permanente, aun cuando en declaraciones que parecieran lejanas había dicho que, de todos modos, cuando las cosas se hubieran apaciguado, presentaría de nuevo el proyecto.

Aun así, en la prensa la pregunta es latente: “¿y ahora qué va a pasar?”. Se augura posible negociación y aun incluso de que el gobierno archivará el proyecto y que de éste nadie volverá a hablar, si acaso para mencionar de la “victoria” de los estudiantes; pero se deja de lado, como si fuera intocable, la verdad que el gobierno tiene y mastica sin atreverse a expeler, ahora que las cosas respiran cierto sosiego, y de la cual los líderes estudiantiles, con la suficiente distancia, sospechándola, declaran que no confían en éste. Razones tienen, aunque nadie, en estos tiempos de triunfo, se atreva a mencionarlas.

No es casual que el desmonte del presupuesto para la educación se haya acelerado desde la pasada administración. Cuando Uribe llegó al poder, encontró un presupuesto que asignaba el 0,50% del PIB a las universidades, pero en 2011, un año después de dejar el poder, el presupuesto se había reducido al 0,38% del producto interno bruto. Además de ello, resulta paradójico que con el presupuesto en franca caída, el gobierno exigiera a las administraciones universitarias que ampliaran cupos y abrieran programas de doctorado. Más absurdo resulta que el 6,5% del PIB, diecisiete veces superior al gasto en universidades públicas, se haya destinado al gasto en seguridad y sueldos de retiro de los militares.

Y no es casual, decimos, porque, aun cuando desde hace casi diez años se comenzó el gradual desmonte de las universidades públicas mediante la reducción del presupuesto, lo que con rica retórica se establece en el proyecto de reforma no es más que la continuidad del proceso iniciado en el gobierno de Uribe: el de la eliminación sistemática de la educación pública universitaria. En otras palabras, dar trámite a lo que con letra menuda se demanda en los catecismos neoliberales en cuestión de educación: que “la escuela es una empresa, los rectores son administradores, los profesores son formadores de capital humano, los estudiantes son usuarios y los padres de familia son clientes”, a la vez que se exalta la noción gerencial de calidad como resultado de la lógica costo-beneficio. Esto es, que siendo la educación un servicio, no un derecho, quienes quieran acceder a él, deben pagarlo.

¿Y ahora que va a pasar?, es la pregunta de los medios de comunicación. El proyecto de ley ha sido retirado, pero no archivado, lo cual quiere decir que volverá a la luz, con un lenguaje más intrincado, más depurado, diciendo lo contrario de lo que todo el mundo parece entender, y que se dará continuidad a lo que ya es costumbre en la democracia colombiana, la más antigua del continente, que una de sus caras, la de la exclusión de la gran mayoría de la sociedad, oculta bajo el manto del proyecto de reforma, emerja nuevamente de entre las sombras.

Así, pues, las palabras de Camus, al final de la novela, son suficientemente claras. Y como Rieux, debemos saber lo que “la muchedumbre dichosa” ignora en el fragor de la fiesta: “que el bacilo de la peste no muere ni desaparece jamás, que puede permanecer durante decenios dormido en los muebles, en la ropa, que espera pacientemente en las alcobas, en las bodegas, en las maletas, los pañuelos y los papeles, y que puede llegar un día en que la peste, para desgracia y enseñanza de los hombres, despierte a sus ratas y las mande a morir en una ciudad dichosa.”

Bibliografía mínima
Aranguren, José Luis, Bajo el signo de la juventud, Salvat, Barcelona, 1985
Carandell. José Mª, La protesta juvenil, Salvat, Barcelona, 1974
Cifuentes, Alejandro, “Mayo del 68: ¡qué mes, qué año!”, en Lecturas Dominicales de El Tiempo, Bogotá, 1º de mayo de 1988
Camus, Albert, La peste, Ediciones Orbis, Barcelona, 1983
Jiménez, Absalón, “Medio siglo de presencia del movimiento estudiantil en la Universidad Pedagógica Nacional”, en Revista Colombiana de Educación, # 40-41, UPN, CIUP, Bogotá, 2008
Marcuse, Herbert, El hombre unidimensional, Planeta-Agostini, Barcelona, 1993
Restrepo Jorge, La generación rota. Contracultura y revolución de posguerra, Espasa. Forum, Bogotá, 2002
Vega Cantor, Renán, Gente muy rebelde. Mujeres, artesanos y protestas cívicas, t. 3, Ediciones Pensamiento Crítico, Bogotá, 2002









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