Bienvenidos
Colegio
Técnico Benjamín Herrera
Área de
Ciencias Sociales, jt
Educación
religiosa, 10°
Taller
Feuerbach: el giro antropológico de la teología especulativa
Semana
11-15 de mayo
1. Lea con
atención el texto y responda, objetivamente, por qué el ateísmo de Feuerbach se
considera antropológico. No olvide establecer título, objetivo, introducción,
contenido, conclusión y bibliografía.
Feuerbach:
el giro antropológico de la teología especulativa
Ludwig Feuerbach (1804-1872), filósofo alemán,
situó la psicología religiosa en el espacio teórico correspondiente a la religión
ortodoxa y desarrolló una de las primeras filosofías materialistas de Alemania.
Ha sido considerado como el propulsor de lo que se conoce como ateísmo
antropológico.
El joven Feuerbach asumió un pensamiento crítico
contra la filosofía de su tiempo. La señaló por fundarse desde el trasfondo
teológico de la especulación y la abstracción metafísicas. Pero su posición no
solo fue crítica, también tuvo como objetivo demostrar que la teología
especulativa, entendida como filosofía, idealismo alemán o cristianismo
moderno, guardaba una esencia antropológica si se obedecía a la concepción del
hombre como secreto de la teología, ya que él era el origen y el gestor de la
idea de lo infinito –entendida como Dios–.
Inicia así la interpretación del hombre en Feuerbach.
En la misma, el hombre no es reflejo ni se realiza a partir de lo que piensa o
lo que cree entendido como sujeto divino. Todo lo contrario, se realiza en y
para sí mismo desde su origen real al comprender que el hombre es ante todo
sujeto efectivo. En cuanto el hombre es originario, la esencia de toda
meditación no puede estar por fuera de él, la esencia es él mismo concebido
como sujeto creador de pensamiento, el cual puede proyectar cualidades propias
y reales en el sujeto de la representación formal, es decir, Dios. Es propio
advertir aquí que el hombre como ser de género o universal no es sujeto
puramente lógico comprendido a la luz de las proposiciones a priori del pensamiento. Él no surge para ser fundamento del mundo
objetivo o “representado”, como lo llamó Feuerbach. Es decir, el hombre no es
gestado como un concepto puro y formal al que se le agregan predicados, como si
de darle contenido se tratase; su origen efectivo exige un conocimiento sobre
su naturaleza y su situación en el mundo para reflexionar sobre él. El hombre
es material/real y por ello los conceptos puros y formales no lo agotan. La
relación que guarda con los mismos solo es comprendida si se entiende que son
resultado de su pensamiento creativo y lógico y que, en este sentido, el sujeto
real antecede al sujeto lógico, es la esencia —como hombre— que precede como
realidad a la idea. El Hombre es quien crea lo pensado —la lógica—, por ello el
pensamiento no puede consolidarse como un círculo cerrado y replegado sobre las
formas lógicas o abstractas del pensar; ha de entenderse desde su origen en
términos esencialmente antropológicos. De esta manera, el hombre es esencia de
todo pensamiento y, con ello, de todo conocimiento subjetivo y universal. En
términos de Feuerbach:
El ser humano no es sólo un ser particular y
subjetivo, sino un ser universal, pues es el universo lo que el hombre tiene
como objeto de su instinto de conocimiento; en consecuencia, solo un ser
cosmopolita puede convertir al cosmos en su objeto. Simil simili gaudet. Las estrellas no son el objeto de una
intuición sensible inmediata, pero sabemos lo esencial: que obedecen a las
mismas leyes que nosotros. Asimismo, toda especulación es trivial si pretende
sobrepasar a la naturaleza y al hombre; (…). Los más profundos secretos yacen
en las cosas naturales más simples con las que el soñador que suspira por el
más allá se da de patadas. Solo el regreso a la naturaleza es la fuente de la
salvación (1974, pp. 63-64).
El ser humano es esencia de todo pensamiento y
todo conocimiento en la antropología humanista. En consecuencia, Feuerbach, más
que renunciar a la filosofía especulativa por estar infestada de teología,
presume de darle un giro subjetivo al encontrar en ella una esencia suprema que
no es divina, sino antropológica. Esta esencia, el hombre, es origen de todo
fundamento, creadora de toda tendencia hacia lo infinito. Se gesta así el giro
antropológico de la teología como una concepción que encuentra al hombre, al
sujeto natural, real y esencial capaz de ser un universal desde sí mismo.
Feuerbach debe fijar en la naturaleza la esencia humana escondida tras la
teología especulativa y su sujeto supremo, Dios. Le corresponde hacerlo para
cuidarse de ser alcanzado por su propia crítica contra el idealismo –en la cual
lo acusa por haber precedido el sujeto de la lógica al sujeto real volviendo
las abstracciones centro de toda reflexión–, si quiere llevar a término el giro
antropológico de la teología y obligar a la filosofía a reflexionar sobre el
hombre real. Para fijar la esencia humana en la naturaleza, el autor recurre al
pensamiento de los estoicos al afirmar que se debe vivir de acuerdo a ella. De
aquí que atender a nuestro organismo sea importante. Escuchar con fina atención
lo que llega a los oídos, dejarse ser en los encantos de los sonidos que
amplifican la armonía natural de la relación hombre/mundo, por ejemplo, sea
concebir que la libertad y la moral no son contrarias a la naturaleza, sino que
el conocimiento de la misma civiliza al hombre en la medida en que este
entiende mejor los procesos orgánicos a los que está expuesto, cómo
controlarlos y sobrellevarlos, según lo sugirió el autor:
La filosofía es la ciencia de la realidad en su
verdad y su totalidad; pero la esencia de la realidad es la naturaleza, la naturaleza
en el sentido más universal de la palabra (…) El postulado mismo de los
estoicos, digo los estoicos rigurosos, esos espantos de los moralistas
cristianos, era conocido: tò omoloumènos
te physei zèn (vivir de acuerdo con la naturaleza) (Feuerbach, 1974, pp.
63-64).
La comprensión del hombre desde la naturaleza es
la tarea antropológica que plantea Feuerbach. Su propuesta consiste en dejar la
filosofía ligada al puro estudio del concepto y la forma, para empezar a
advertir que el estudio de tal disciplina debe responder a los objetos
inmediatos, naturales y no meramente abstractos, desde el conocimiento que
atiende a aprehender y confrontar las contingencias a las que se precipita el
hombre como un ser natural. En este sentido, la aspiración del autor al hacer
el giro antropológico de la teología especulativa fue presentar la necesidad de
arrancar a cimentar la filosofía desde un sujeto real, material, subjetivo y
susceptible de universalizarse como el hombre-hombre, y no desde un sujeto
lógico, formal y abstracto imposible de conocer, sino como representación
especulativa desde la teología. Acontece con el pensamiento antropológico algo
bastante precioso, a saber: que solo presenta como digno de ser pensado y
tenido a cuentas aquello que ayuda a entender las “leyes naturales”, que no son
otras sino las que competen a la propia vida. Luego, solo pueden seguir
pensándose las ideas que son útiles a la comprensión de la realidad. En este
sentido, puede apreciarse el giro antropológico de la teología como un
pensamiento que se intenta ocupar de la vida en su aspecto más originario,
plural, material y real.
Fragmento de, María Cristina López Bolívar, “Feuerbach: el giro
antropológico de la teología”. En Revista
Perseitas, Vol. 6, núm. 2,
julio-diciembre de 2018, pp. 319-350.