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lunes, 1 de junio de 2020

Educación religiosa, 10° Actividad de comprensión: Conceptualización El ateísmo materialista

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Colegio Técnico Benjamín Herrera
Área de Ciencias Sociales, jt
Educación religiosa, 10°

Actividad de comprensión
Conceptualización

El ateísmo materialista

Semana 1-5 de junio

1. Identifique los principales conceptos relacionados con el tema principal de la lectura, enumérelos y busque su significado.

El ateísmo es aquella concepción que niega lo divino o lo absoluto de cualquier tipo, que no se identifique con el hombre y con el mundo de nuestra experiencia empírica y de sus principios inmanentes.

El ateísmo alcanza su forma más rigurosa en el marxismo-leninismo. Los intereses del proletariado, su posición y su papel en la sociedad, coinciden con las tendencias objetivas del desarrollo de la misma, lo cual hace que el ateísmo marxista se vea libre de la limitación clasista típica de sus formas no marxistas. La base filosófica del ateísmo marxista consiste en el materialismo dialéctico e histórico. El ateísmo marxista posee un carácter militante. Por primera vez en la historia, se hace una crítica multilateral de la religión, se señala cuáles son los caminos y los medios que conducen a su plena superación.

El ateísmo marxista ha establecido que esta superación sólo podrá ser completa cuando se hayan aniquilado las raíces sociales de la religión en el proceso de formación de la sociedad comunista. La experiencia de la antigua U.R.S.S., donde el ateísmo ha adquirido un carácter de masas, constituye una confirmación práctica de que estos principios son justos. Al construirse el comunismo, se va formando un nuevo hombre, libre de supervivencias religiosas y de otro tipo, un hombre armado con una concepción atea y científica del mundo.

Marx asume y reelabora el materialismo de Feuerbach, concluyendo que la religión es opio del pueblo, porque lo deshumaniza o aliena. La alienación religiosa es un reflejo de una alienación más profunda: la económica. De ahí que suprimiendo ésta desaparecerá también aquélla. Engels le da un alcance universal al materialismo, buscando explicar todo el universo con su dialéctica. Lenin, como estratega político, añade al marxismo un carácter militante.
El ateísmo marxista se formó en la lucha revolucionaria del proletariado por el socialismo. Su base filosófica es el materialismo dialéctico e histórico. El ateísmo marxista opone la imagen científica del mundo a las concepciones religiosas. Fue el ateísmo marxista el que por primera vez reveló las raíces sociales y gnoseológicas de la religión, el que puso en evidencia su carácter antihumanista y desenmascaró su papel como defensora del régimen explotador al servir de instrumento para embrutecer a los trabajadores y sembrar en ellos la sumisión y la humildad. Pero no se limita a desenmascarar la esencia de la religión, sino que se plantea el objetivo de librar totalmente al pueblo del yugo religioso, establece las vías para superar las creencias religiosas.

En la sociedad capitalista la religión es producto y reflejo del yugo económico. Sólo al través de la lucha clasista contra sus opresores, los obreros pueden librarse de los prejuicios religiosos. La eliminación del yugo económico, la liquidación de las clases explotadoras, crea las condiciones indispensables para librar a los trabajadores de la influencia espiritual de la religión y para la difusión masiva del ateísmo. Con la edificación del socialismo quedaron socavadas las raíces sociales de la religión.

Sin embargo, durante un período bastante prolongado se mantienen todavía vestigios de creencias religiosas en una parte de los trabajadores, como vestigios del pasado, impidiéndoles incorporarse a una participación activa en la edificación de la nueva sociedad, en la vida político-social del país. Esta es la razón de que la formación de la conciencia ateísta-científica entre las amplias masas populares adquiera importancia muy grande.

La superación de los residuos religiosos transcurre bajo la influencia de los éxitos obtenidos en la edificación del comunismo. Sin embargo, es imposible su total eliminación si no se realiza una intensa e inteligente propaganda del ateísmo científico que se apoye en las realizaciones de la ciencia contemporánea, la cual pone más y más al descubierto el cuadro científico del mundo, incrementa el poder del hombre sobre la naturaleza y no deja sitio a las fantásticas invenciones de la religión respecto a la existencia de fuerzas sobrenaturales.

Tomado de: M. Kosental y P. Ludin, Diccionario filosófico, Montevideo, 1946

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Ciencias Sociales, 7° Ejercicio de comprensión: Biografía de autores El Renacimiento: las ideas políticas

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Colegio Técnico Benjamín Herrera
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Ciencias Sociales, 7°

Ejercicio de comprensión

Biografía de autores

El Renacimiento: las ideas políticas
Semana 1-5 de junio

Realice en su cuaderno la siguiente actividad:

1. Con base en los datos, realice una breve biografía de los autores, acompañada de un dibujo.

El Renacimiento dio lugar al surgimiento de todas las expresiones de las actividades humanas, como la ciencia, las nuevas teorías astronómicas, las artes y, entre otras muchas, las ideas políticas. La política, como tal, es la disciplina científica cuyo objetivo es el estudio sistemático del gobierno en su sentido más amplio. Sus análisis abarcan el origen y tipología de los regímenes políticos, sus estructuras, funciones e instituciones, las formas en que los gobiernos identifican y resuelven problemas socioeconómicos, y las interacciones entre grupos e individuos decisivos en el establecimiento, mantenimiento y cambio de los gobiernos.

Durante el Renacimiento, surgieron diversas ideas políticas, algunas utópicas o inalcanzables, que sirvieron de fundamento para regímenes políticos posteriores. Algunos de los filósofos o pensadores políticos del Renacimiento fueron los siguientes:

Nicolás Maquiavelo (1469-1527)
 Este pensador trató de crear un Estado capaz de rechazar ataques extranjeros y afianzar su soberanía. Sus escritos tratan sobre los principios en los que se basa un Estado de este tipo y los medios para reforzarlos y mantenerlos. En su obra más famosa, El príncipe (escrita en 1513 y publicada en 1532), describe el método por el cual un gobernante puede adquirir y mantener el poder político. Este estudio, que con frecuencia ha sido considerado una defensa del despotismo y la tiranía de dirigentes como César Borgia, está basado en la creencia de Maquiavelo de que un gobernante no está atado por las normas éticas: "¿Es mejor ser amado que temido, o al revés? La respuesta es que sería deseable ser ambas cosas, pero como es difícil que las dos se den al mismo tiempo, es mucho más seguro para un príncipe ser temido que ser amado, en caso de tener que renunciar a una de las dos". Desde su punto de vista, el gobernante debería preocuparse solamente del poder, y sólo debería rodearse de aquellos que le garantizaran el éxito en sus actuaciones políticas. Maquiavelo creía que estos gobernantes podían ser descubiertos mediante la deducción, a partir de las prácticas políticas de la época, así como de épocas anteriores.

Tomás Moro (1478-1535)
La principal obra de este político y pensador inglés, canonizado como santo Tomás Moro, es la Utopía.  Fue publicada en la ciudad flamenca de Lovaina (actual Bélgica), en 1516, con el título De optimo reipublicae statu de que nova insula Utopia. Escrita en latín, es uno de los textos más significativos del humanismo inglés, concebido como una prosa satírica de carácter social y político. Tomás Moro no sólo creó una nueva palabra (utopía, ‘lugar que no existe’), sino que inauguró un género literario y filosófico basado en la planificación ideal de una forma de gobierno perfecta, a la cual se la ha añadido posteriormente la acepción de ‘irrealizable’ (utópica). Dividido en dos partes, dedica la primera de ellas a las críticas que un viajero hace de la situación social y política de la Inglaterra de la época, en tanto que el segundo describe la organización de un Estado situado en la imaginaria isla de Utopía, donde las necesarias reformas conducentes al remedio de los males detallados ya han sido llevadas a cabo. La Utopía de Tomás Moro es la denuncia de unos comportamientos deplorados por el autor, escrita con un fino toque burlón, no exento de un dramatismo especialmente notable en la composición de los diálogos. Su invención de una república ideal, gobernada por medio de la razón y bajo la más profunda tolerancia religiosa, obtuvo una importante e inmediata resonancia en los ámbitos del humanismo renacentista, tanto en su propio país (donde fue traducida al inglés en 1551) como en el resto de Europa.

Tommaso Campanella (1568-1639)
Este filósofo italiano, a los 15 años entró en un convento de dominicos. Allí compartió las concepciones filosófico-naturales de Telesio, y se manifestó contra la escolástica.  A causa de su libertad de pensamiento, fue perseguido por la Inquisición. Campanella soñaba con una humanidad libre y próspera, pero confiaba en que su sueño podría trocarse en realidad con la ayuda del papado.

En 1599, Campanella intentó organizar un levantamiento con el fin de liberar a Italia del yugo español. La conjuración fue descubierta y Campanella, después de sufrir crueles tormentos, se vio arrojado en la cárcel, donde permaneció 27 años. Allí escribió (1602) su utopía La ciudad del Sol (publicada en 1623) acerca de una sociedad comunista ideal en la que el poder está en manos de hombres sabios y de sacerdotes, con lo que posee, en el fondo, un carácter teocrático. En este hecho se refleja el influjo que sobre Campanella ejerció la ideología de la Iglesia. Campanella fundamentaba su ideal comunista en el mandato de la razón y en las leyes de la naturaleza. La ciudad del Sol contribuyó en no poca medida a desarrollar la ideología progresiva, a estimular el progreso social.

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Educación religiosa, 6° Historia de la religión en Europa Actividad de comprensión: Conceptualización

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Educación religiosa, 6°
Historia de la religión en Europa 

Actividad de comprensión
Conceptualización 

El cristianismo en los siglos IV y V en Europa
Semana 1-5 de junio 


1. Identifique los principales conceptos o palabras desconocidas relacionados con el tema principal de la lectura, enumérelos y busque su significado en diccionario. Escríbalos en su cuaderno.

El cristianismo en los siglos IV y V en Europa

Durante los siglos IV y V el cristianismo fue la religión dominante en el mundo europeo y mediterráneo. Desde Irlanda, en el oeste, hasta Etiopía, en el sureste, la gente se había convertido a la nueva fe cristiana.

En el 312, Constantino se convirtió al cristianismo después de haber ganado una batalla; por esto, consideró que el Dios cristiano le había proporcionado la victoria, por lo que abandonó sus anteriores creencias paganas. El Senado lo aclamó como salvador del pueblo romano y le tituló primus augustus. Detuvo la persecución de los cristianos, y Licinio Liciniano, su coemperador, se le unió en la proclamación del Edicto de Milán (313), que ordenó la tolerancia del cristianismo en el Imperio romano y restituyó a la Iglesia los bienes confiscados. Fue entonces Constantino quien estableció al cristianismo como religión oficial del imperio romano, llamándola religión católica (universal del imperio).

 La conversión del emperador Constantino situó al cristianismo en una posición privilegiada dentro del Imperio; se hizo más fácil ser cristiano que no serlo. Como resultado, los cristianos comenzaron a sentir que se estaba rebajando el grado de exigencia y sinceridad de la conducta cristiana y que el único modo de cumplir con los imperativos morales de Cristo era huir del mundo (y de la Iglesia que estaba en el mundo), y ejercer una profesión de disciplina cristiana, como monje.

Desde sus comienzos en el desierto egipcio, con el eremitorio de san Antonio, el monaquismo cristiano se propagó durante los siglos IV y V por muchas zonas del Imperio romano. Los monjes cristianos se entregaron al rezo y a la observación de una vida ascética, pero no sólo en la parte griega o latina del Imperio romano, sino incluso más allá de sus fronteras orientales, en el interior de Asia.

Durante el inicio de la Edad Media, estos monjes se transformaron en la fuerza más poderosa del proceso de cristianización de los no creyentes, de la renovación del culto y de la oración y, a pesar del antiintelectualismo que en reiteradas ocasiones trató de hacer valer sus derechos entre ellos, del campo de la teología y la erudición.

Sólo un siglo después, a principios del VII, la importancia del cristianismo cambiaría de manera drástica debido a la propagación de una nueva religión, el islam.

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lunes, 11 de mayo de 2020

Educación religiosa, 10° Taller Feuerbach: el giro antropológico de la teología especulativa Semana 11-15 de mayo

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Educación religiosa, 10°

Taller
Feuerbach: el giro antropológico de la teología especulativa
Semana 11-15 de mayo

1. Lea con atención el texto y responda, objetivamente, por qué el ateísmo de Feuerbach se considera antropológico. No olvide establecer título, objetivo, introducción, contenido, conclusión y bibliografía.

Feuerbach: el giro antropológico de la teología especulativa
Ludwig Feuerbach (1804-1872), filósofo alemán, situó la psicología religiosa en el espacio teórico correspondiente a la religión ortodoxa y desarrolló una de las primeras filosofías materialistas de Alemania. Ha sido considerado como el propulsor de lo que se conoce como ateísmo antropológico.

El joven Feuerbach asumió un pensamiento crítico contra la filosofía de su tiempo. La señaló por fundarse desde el trasfondo teológico de la especulación y la abstracción metafísicas. Pero su posición no solo fue crítica, también tuvo como objetivo demostrar que la teología especulativa, entendida como filosofía, idealismo alemán o cristianismo moderno, guardaba una esencia antropológica si se obedecía a la concepción del hombre como secreto de la teología, ya que él era el origen y el gestor de la idea de lo infinito –entendida como Dios–.
Inicia así la interpretación del hombre en Feuerbach. En la misma, el hombre no es reflejo ni se realiza a partir de lo que piensa o lo que cree entendido como sujeto divino. Todo lo contrario, se realiza en y para sí mismo desde su origen real al comprender que el hombre es ante todo sujeto efectivo. En cuanto el hombre es originario, la esencia de toda meditación no puede estar por fuera de él, la esencia es él mismo concebido como sujeto creador de pensamiento, el cual puede proyectar cualidades propias y reales en el sujeto de la representación formal, es decir, Dios. Es propio advertir aquí que el hombre como ser de género o universal no es sujeto puramente lógico comprendido a la luz de las proposiciones a priori del pensamiento. Él no surge para ser fundamento del mundo objetivo o “representado”, como lo llamó Feuerbach. Es decir, el hombre no es gestado como un concepto puro y formal al que se le agregan predicados, como si de darle contenido se tratase; su origen efectivo exige un conocimiento sobre su naturaleza y su situación en el mundo para reflexionar sobre él. El hombre es material/real y por ello los conceptos puros y formales no lo agotan. La relación que guarda con los mismos solo es comprendida si se entiende que son resultado de su pensamiento creativo y lógico y que, en este sentido, el sujeto real antecede al sujeto lógico, es la esencia —como hombre— que precede como realidad a la idea. El Hombre es quien crea lo pensado —la lógica—, por ello el pensamiento no puede consolidarse como un círculo cerrado y replegado sobre las formas lógicas o abstractas del pensar; ha de entenderse desde su origen en términos esencialmente antropológicos. De esta manera, el hombre es esencia de todo pensamiento y, con ello, de todo conocimiento subjetivo y universal. En términos de Feuerbach:

El ser humano no es sólo un ser particular y subjetivo, sino un ser universal, pues es el universo lo que el hombre tiene como objeto de su instinto de conocimiento; en consecuencia, solo un ser cosmopolita puede convertir al cosmos en su objeto. Simil simili gaudet. Las estrellas no son el objeto de una intuición sensible inmediata, pero sabemos lo esencial: que obedecen a las mismas leyes que nosotros. Asimismo, toda especulación es trivial si pretende sobrepasar a la naturaleza y al hombre; (…). Los más profundos secretos yacen en las cosas naturales más simples con las que el soñador que suspira por el más allá se da de patadas. Solo el regreso a la naturaleza es la fuente de la salvación (1974, pp. 63-64).

El ser humano es esencia de todo pensamiento y todo conocimiento en la antropología humanista. En consecuencia, Feuerbach, más que renunciar a la filosofía especulativa por estar infestada de teología, presume de darle un giro subjetivo al encontrar en ella una esencia suprema que no es divina, sino antropológica. Esta esencia, el hombre, es origen de todo fundamento, creadora de toda tendencia hacia lo infinito. Se gesta así el giro antropológico de la teología como una concepción que encuentra al hombre, al sujeto natural, real y esencial capaz de ser un universal desde sí mismo. Feuerbach debe fijar en la naturaleza la esencia humana escondida tras la teología especulativa y su sujeto supremo, Dios. Le corresponde hacerlo para cuidarse de ser alcanzado por su propia crítica contra el idealismo –en la cual lo acusa por haber precedido el sujeto de la lógica al sujeto real volviendo las abstracciones centro de toda reflexión–, si quiere llevar a término el giro antropológico de la teología y obligar a la filosofía a reflexionar sobre el hombre real. Para fijar la esencia humana en la naturaleza, el autor recurre al pensamiento de los estoicos al afirmar que se debe vivir de acuerdo a ella. De aquí que atender a nuestro organismo sea importante. Escuchar con fina atención lo que llega a los oídos, dejarse ser en los encantos de los sonidos que amplifican la armonía natural de la relación hombre/mundo, por ejemplo, sea concebir que la libertad y la moral no son contrarias a la naturaleza, sino que el conocimiento de la misma civiliza al hombre en la medida en que este entiende mejor los procesos orgánicos a los que está expuesto, cómo controlarlos y sobrellevarlos, según lo sugirió el autor:

La filosofía es la ciencia de la realidad en su verdad y su totalidad; pero la esencia de la realidad es la naturaleza, la naturaleza en el sentido más universal de la palabra (…) El postulado mismo de los estoicos, digo los estoicos rigurosos, esos espantos de los moralistas cristianos, era conocido: tò omoloumènos te physei zèn (vivir de acuerdo con la naturaleza) (Feuerbach, 1974, pp. 63-64).

La comprensión del hombre desde la naturaleza es la tarea antropológica que plantea Feuerbach. Su propuesta consiste en dejar la filosofía ligada al puro estudio del concepto y la forma, para empezar a advertir que el estudio de tal disciplina debe responder a los objetos inmediatos, naturales y no meramente abstractos, desde el conocimiento que atiende a aprehender y confrontar las contingencias a las que se precipita el hombre como un ser natural. En este sentido, la aspiración del autor al hacer el giro antropológico de la teología especulativa fue presentar la necesidad de arrancar a cimentar la filosofía desde un sujeto real, material, subjetivo y susceptible de universalizarse como el hombre-hombre, y no desde un sujeto lógico, formal y abstracto imposible de conocer, sino como representación especulativa desde la teología. Acontece con el pensamiento antropológico algo bastante precioso, a saber: que solo presenta como digno de ser pensado y tenido a cuentas aquello que ayuda a entender las “leyes naturales”, que no son otras sino las que competen a la propia vida. Luego, solo pueden seguir pensándose las ideas que son útiles a la comprensión de la realidad. En este sentido, puede apreciarse el giro antropológico de la teología como un pensamiento que se intenta ocupar de la vida en su aspecto más originario, plural, material y real.

Fragmento de, María Cristina López Bolívar, Feuerbach: el giro antropológico de la teología”. En Revista Perseitas, Vol. 6, núm. 2, julio-diciembre de 2018, pp. 319-350.


Ciencias Sociales 7° Renacimiento: ciencia y tecnología Taller Semana 11-15 de mayo

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Ciencias Sociales 7°

Taller
Renacimiento: ciencia y tecnología
Semana 11-15 de mayo

1. Lea con atención el texto, y realice en su cuaderno dibujos mostrando a los principales científicos mencionados y sus logros más importantes, comentando por qué fueron y siguen siendo valiosos.

Renacimiento: ciencia y tecnología
El Renacimiento, como periodo de la historia europea, se caracterizó por un renovado interés por el pasado grecorromano clásico y especialmente por su arte. El renacimiento comenzó en Italia en el siglo XIV y se difundió por el resto de Europa durante los siglos XV y XVI. En este periodo, la fragmentaria sociedad feudal de la Edad Media, caracterizada por una economía básicamente agrícola y una vida cultural e intelectual dominada por la Iglesia, se transformó en una sociedad dominada progresivamente por instituciones políticas centralizadas, con una economía urbana y mercantil, en la que se desarrolló el mecenazgo de la educación, de las artes y de la música, además del desarrollo de la ciencia y la tecnología.

También se hicieron progresos en medicina y anatomía, especialmente tras la traducción, en los siglos XV y XVI, de numerosos trabajos de Hipócrates y Galeno; también fueron traducidos en el siglo XVI algunos de los más avanzados tratados griegos sobre matemáticas. Entre los avances realizados destacaron la solución de ecuaciones cúbicas y la innovadora astronomía de Nicolás Copérnico, Tycho Brahe y Johannes Kepler. A finales del siglo XVI, Galileo ya había dado un paso fundamental al aplicar modelos matemáticos a la física. La geografía se transformó gracias a los conocimientos empíricos adquiridos a través de las exploraciones y los descubrimientos de nuevos continentes y por las primeras traducciones de las obras de Tolomeo y Estrabón.

En el campo de la tecnología, la invención de la imprenta en el siglo XV, Johann Gutenberg (c.1400-1468), revolucionó la difusión de los conocimientos. La imprenta incrementó el número de ejemplares, ofreció a los eruditos textos idénticos con los que trabajar y convirtió el trabajo intelectual en una labor colectiva. El uso de la pólvora transformó las tácticas militares entre los años 1450 y 1550, favoreciendo el desarrollo de la artillería, que mostró sus efectos devastadores contra los muros de piedra de castillos y ciudades. El ejército medieval, encabezado por la caballería y apoyado por arqueros, fue reemplazado progresivamente por la infantería, provista de armas de fuego y picas; tales fuerzas formaron los primeros ejércitos permanentes de Europa.

Algunos de los científicos más importantes de este periodo fueron los siguientes:
Nicolás Copérnico (1473-1543), astrónomo polaco, conocido por su teoría según la cual el Sol se encontraba en el centro del Universo y la Tierra, que giraba una vez al día sobre su eje, completaba cada año una vuelta alrededor de él. Este sistema recibió el nombre de heliocéntrico o centrado en el Sol. La teoría de Copérnico establecía que la Tierra giraba sobre sí misma una vez al día, y que una vez al año daba una vuelta completa alrededor del Sol.

Además, afirmaba que la Tierra, en su movimiento rotatorio, se inclinaba sobre su eje (como un trompo). Sin embargo, aún mantenía algunos principios de la antigua cosmología, como la idea de las esferas dentro de las cuales se encontraban los planetas y la esfera exterior donde estaban inmóviles las estrellas. Por otra parte, esta teoría heliocéntrica tenía la ventaja de poder explicar los cambios diarios y anuales del Sol y las estrellas, así como el aparente movimiento retrógrado de Marte, Júpiter y Saturno, y la razón por la que Venus y Mercurio nunca se alejaban más allá de una distancia determinada del Sol. Esta teoría también sostenía que la esfera exterior de las estrellas fijas era estacionaria.

Tycho Brahe (1546-1601), astrónomo danés que realizó numerosas y precisas mediciones astronómicas del Sistema Solar y de más de 700 estrellas. Brahe acumuló más datos que los que se obtuvieron en todas las demás mediciones astronómicas realizadas hasta la invención del telescopio, a principios del siglo XVII. Brahe nunca aceptó totalmente el sistema de Copérnico del Universo y buscó una fórmula de compromiso entre éste y el antiguo sistema de Tolomeo. El sistema de Brahe presuponía que los cinco planetas conocidos giraban alrededor del Sol, el cual, junto con los planetas, daba una vuelta alrededor de la Tierra una vez al año. La esfera de las estrellas giraba una vez al día alrededor de la Tierra inmóvil.

Johannes Kepler (1571-1630), astrónomo y filósofo alemán, famoso por formular y verificar las tres leyes del movimiento planetario conocidas como leyes de Kepler. Kepler aceptó la teoría copernicana al creer que la simplicidad de su ordenamiento planetario tenía que haber sido el plan de Dios. En 1594, cuando Kepler dejó Tübingen y marchó a Graz (Austria), elaboró una hipótesis geométrica compleja para explicar las distancias entre las órbitas planetarias —órbitas que se consideraban circulares erróneamente (Posteriormente, Kepler dedujo que las órbitas de los planetas son elípticas; sin embargo, estos primeros cálculos sólo coinciden en un 5% con la realidad.) Kepler planteó que el Sol ejerce una fuerza que disminuye de forma inversamente proporcional a la distancia e impulsa a los planetas alrededor de sus órbitas. Publicó sus teorías en un tratado titulado Mysterium Cosmographicum en 1596. Esta obra es importante porque presentaba la primera demostración amplia y convincente de las ventajas geométricas de la teoría copernicana.

Galileo (Galileo Galilei) (1564-1642), físico y astrónomo italiano que, junto con el astrónomo alemán Johannes Kepler, comenzó la revolución científica que culminó con la obra del físico inglés Isaac Newton. Su nombre completo era Galileo Galilei, y su principal contribución a la astronomía fue el uso del telescopio para la observación y descubrimiento de las manchas solares, valles y montañas lunares, los cuatro satélites mayores de Júpiter y las fases de Venus. En el campo de la física descubrió las leyes que rigen la caída de los cuerpos y el movimiento de los proyectiles. En la historia de la cultura, Galileo se ha convertido en el símbolo de la lucha contra la autoridad y de la libertad en la investigación. En Padua, Galileo inventó un compás de cálculo que resolvía problemas prácticos de matemáticas.

De la física especulativa pasó a dedicarse a las mediciones precisas, descubrió las leyes de la caída de los cuerpos y de la trayectoria parabólica de los proyectiles, estudió el movimiento del péndulo e investigó la mecánica y la resistencia de los materiales. Apenas mostraba interés por la astronomía, aunque a partir de 1595 se inclinó por la teoría de Copérnico, que sostenía que la Tierra giraba alrededor del Sol desechando el modelo de Aristóteles y Tolomeo, en el que los planetas giraban alrededor de una Tierra estacionaria. Solamente la concepción de Copérnico apoyaba la teoría de las mareas de Galileo, que se basaba en el movimiento de la Tierra. En 1609 oyó decir que en los Países Bajos habían inventado un telescopio. En agosto de ese año presentó al duque de Venecia un telescopio de una potencia similar a los modernos gemelos o binoculares. Su contribución en las operaciones navales y marítimas le supuso duplicar sus ingresos y la concesión del cargo vitalicio de profesor.

En diciembre de 1609 Galileo había construido un telescopio de veinte aumentos, con el que descubrió montañas y cráteres en la Luna. También observó que la Vía Láctea estaba compuesta por estrellas y descubrió los cuatro satélites mayores de Júpiter. En marzo de 1610 publicó estos descubrimientos en El mensajero de los astros. Su fama le valió el ser nombrado matemático de la corte de Florencia, donde quedó libre de sus responsabilidades académicas y pudo dedicarse a investigar y escribir. En diciembre de 1610 pudo observar las fases de Venus, que contradecían la astronomía de Tolomeo y confirmaban su aceptación de las teorías de Copérnico.


Educación religiosa, 6° Historia de la religión en Europa Taller Los comienzos de la Iglesia Semana 11-15 de mayo

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Educación religiosa, 6°
Historia de la religión en Europa

Taller
Los comienzos de la Iglesia
Semana 11-15 de mayo

Lea con atención el siguiente texto y responda las preguntas siguientes:
1. Qué es el cristianismo.
2. Inicialmente, qué religión practicaban los cristianos
3. Dónde surgió el cristianismo
4. Por qué se dice que el cristianismo es una continuación del judaísmo
5. Quién fue Pablo de Tarso
6. En el mapa, señale el lugar considerado origen del cristianismo


El Mediterráneo y Oriente medio
Los comienzos de la Iglesia

El cristianismo es la religión monoteísta basada en las enseñanzas de Jesucristo según se recogen en los Evangelios, que ha marcado profundamente la cultura occidental y es actualmente la más extendida del mundo. Está ampliamente presente en todos los continentes del globo y la profesan más de 1.700 millones de personas.

En el siglo I, se empezó a difundir gracias al trabajo que hiciera Pablo de Tarso, un romano que inicialmente había perseguido a los cristianos. Jerusalén era el núcleo del movimiento cristiano; al menos lo fue hasta su destrucción a manos de los ejércitos de Roma en el 70 d.C. Desde este centro, el cristianismo se desplazó a otras ciudades y pueblos de Palestina, e incluso más lejos. En un principio, la mayoría de las personas que se unían a la nueva fe eran seguidores del judaísmo, para quienes sus doctrinas representaban algo nuevo, no en el sentido de algo novedoso por completo y distinto, sino en el sentido de ser la continuación y realización de lo que Dios había prometido a Abraham, Isaac y Jacob. Por lo tanto, ya en un principio, el cristianismo manifestó una relación dual con la fe judía: una relación de continuidad y al mismo tiempo de realización, de antítesis, y también de afirmación. La conversión forzada de los judíos durante la Edad Media y la historia del antisemitismo (a pesar de que los dirigentes de la Iglesia condenaban ambas actitudes) constituyen una prueba de que la antítesis podía ensombrecer con facilidad a la afirmación. Sin embargo, la ruptura con el judaísmo nunca ha sido total, sobre todo porque la Biblia cristiana incluye muchos elementos del judaísmo. Esto ha logrado que los cristianos no olviden que aquel al que adoran como Señor era judío y que el Nuevo Testamento no surgió de la nada, sino que es una continuación del Antiguo Testamento.

Una importante causa del alejamiento del cristianismo de sus raíces judías fue el cambio en la composición de la Iglesia, que tuvo lugar más o menos a fines del siglo II (es difícil precisar cómo se produjo y en qué periodo de una forma concreta). En un momento dado, los cristianos con un pasado no judío comenzaron a superar en número a los judíos cristianos. En este sentido, el trabajo del apóstol Pablo tuvo una poderosa influencia. Pablo era judío de nacimiento y estuvo relacionado de una forma muy profunda con el destino del judaísmo, pero, a causa de su conversión, se sintió el “instrumento elegido” para difundir la palabra de Cristo a los gentiles, es decir, a todos aquellos que no tenían un pasado judío. Fue él quien, en sus epístolas a varias de las primeras congregaciones cristianas, formuló muchas de las ideas y creó la terminología que más tarde constituirían el eje de la fe cristiana; merece el título de primer teólogo cristiano. Muchos teólogos posteriores basaron sus conceptos y sistemas en sus cartas, que ahora están recopiladas y codificadas en el Nuevo Testamento.

De las epístolas ya consideradas y de otras fuentes que provienen de los dos primeros siglos de nuestra era, es posible obtener información sobre la organización de las primeras congregaciones. Las epístolas que Pablo habría enviado a Timoteo y a Tito (a pesar de que muchos estudiosos actuales no se arriesgan a afirmar que el autor de esas cartas haya sido Pablo), muestran los comienzos de una organización basada en el traspaso metódico del mando de la primera generación de apóstoles, entre los que se incluye a Pablo, a sus continuadores, los obispos. Dado el frecuente uso de términos tales como obispo, presbítero y diácono en los documentos, se hace imposible la identificación de una política única y uniforme. Hacia el siglo III se hizo general el acuerdo respecto a la autoridad de los obispos como continuadores de la labor de los apóstoles. Sin embargo, este acuerdo era generalizado sólo en los casos en que sus vidas y comportamientos asumían las enseñanzas de los apóstoles, tal como estaba estipulado en el Nuevo Testamento y en los principios doctrinales que fundamentaban las diferentes comunidades cristianas.


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