Bienvenidos
Colegio Técnico Benjamín Herrera, IED
Educación religiosa, 10°
La
religión como producto socioeconómico
Alienación de la conciencia humana
Ejercicio de comprensión
Semana 24-28 de agosto
Actividad
1.
Leemos
nuevamente el texto, y completamos el cuadro sinóptico anexo.
2.
Realizar en
cuaderno.
La alienación
Este término es de origen jurídico,
derivado del latín alienus,
ajeno, que pertenece a otro (alien),
y que se aplica en las ventas o cesiones. Así, alienar un bien equivale a
regalarlo o a venderlo, es decir, transmitir a otro algo que era propio. Por
extensión se habla también de alienación en un sentido psicopatológico, como
sinónimo de pérdida de juicio o locura. El alienado es, entonces, el
enfermo mental cuya mente está escindida. Estas formas de alienación suponen
también un extrañamiento o alejamiento del que se aísla respecto de una norma o
de la sociedad.
El sentido propiamente filosófico de
este término corresponde al de las palabras alemanas Entfremdung,Veräusserung y Entäusserung,
que significan «extrañación», «distanciamiento» y «exteriorización», y expresan
una extrañeza del sujeto respecto de sí mismo. No obstante, y aunque el sentido
filosófico de la noción de alienación ha estado elaborado especialmente
por Hegel, Feuerbach y Marx, ya en la filosofía del siglo
XVIII aparece este concepto para referirse a la situación de un ser humano que
depende de otro o de otros. Así, Rousseau identifica alienación con
socialización mal realizada, que debe reemplazarse por una transformación de la
independencia natural del hombre en libertad política, gracias a la cual, el
hombre, convertido en ciudadano, esté plenamente integrado en la sociedad.
Hegel
Pero se debe fundamentalmente
a Hegel el desarrollo de la noción de alienación, que expone
principalmente en su Fenomenología del Espíritu. Para
Hegel, la conciencia, originariamente ingenua, está plenamente
convencida de la realidad del mundo independientemente de sí misma, pero
solamente puede llegar a ser «conciencia de sí» o autoconciencia cuando ve la
vinculación entre objeto (mundo objetivo «fuera» de la conciencia)
y sujeto o conciencia. Partiendo de la crítica de la creencia ingenua
de la existencia del mundo externo independientemente de la conciencia, Hegel
muestra, mediante el análisis del proceso de tomas de conciencia parciales,
cómo el espíritu humano se conquista progresivamente a sí mismo. De esta manera
va oscilando entre la creencia en la realidad del objeto y la creencia en la
realidad del sujeto, hasta devenir conciencia de sí en el proceso que
muestra la vinculación dialéctica entre ambos polos: sujeto y objeto.
En este proceso, la comprensión que el hombre busca de sí mismo le lleva a
considerar toda la realidad como resultado de una Idea (sustancia
espiritual o Dios), que consiste en ser un devenir que aparece bajo
diversas formas o manifestaciones en el espacio y el tiempo: en
cada una de estas manifestaciones la Idea se aliena, se exterioriza, de
manera que todo lo que existe es una manifestación u objetivación del
devenir de la Idea. Así, la naturaleza es una manifestación o autoalienación
del Espíritu. Y el hombre, a su vez, es Espíritu en cuanto es
objetivación o alienación de la naturaleza. La cultura es el
espíritu del hombre que se objetiva, de modo que nada existe, cuyo ser no sea,
a la vez, algo que se aliena siendo ya algo alienado. El inicial malestar de la
conciencia separada de sí misma (alienada) es la condición del posterior
movimiento, que mediante la exterioridad del mundo objetivo y las realizaciones
sucesivas del arte, la religión y la filosofía, le permiten la
reconquista de su propia esencia. De esta manera, a través de este
movimiento dialéctico, la alienación puede superarse elaborando dichas
producciones artísticas, religiosas y filosóficas. En este proceso,
incluso Dios mismo es solamente un momento o una fase. Efectivamente,
Dios, ser absoluto e infinito, es concebido inicialmente como un ser
superior a la conciencia y alienado de ella, pero aparece al final del proceso
(al final del la historia) como un resultado que realiza la alienación de las
propiedades de la limitación y la finitud, que la conciencia reconocía como
suyas.
Así, pues, la alienación surge cuando
la realidad espiritual aparece como objeto, originando la naturaleza, cuya
objetividad debe superarse (Aufhebung) dialécticamente, mediante la apropiación del mundo por parte
del espíritu: prácticamente, por medio del trabajo o, teóricamente, mediante el
arte, la religión o la filosofía. De esta manera, al proceso de exteriorización
o alienación ha de corresponder otro en sentido inverso de recuperación de lo
alienado, de reconciliación del espíritu consigo mismo. El hombre ha
de reconocer, por ejemplo, que el mundo de la cultura ha sido un producto
necesario de la naturaleza humana, pero que, una vez creado, se ha distanciado
del hombre y ha logrado dominarlo. Al hombre le toca reconocer el dominio de
algo que él mismo ha creado y buscar la reconciliación con la cultura haciendo
que ésta sea verdaderamente humana. Por ello, toda sociedad en la que los
hechos vayan por un lado y los valores por otro es una sociedad alienada y no
reconciliada consigo misma.
Ludwig
Feuerbach
Feuerbach, aunque se basa en Hegel,
acusa a éste de idealismo y de crear un hombre ideal que no existe. En lugar de
partir de abstracciones y conceptos tales como la «idea» o el
«espíritu» y del proceso que lleva a la autoconciencia, Feuerbach señala que se
debe partir del hombre concreto y sensible.
La sensibilidades el único punto de partida real. La filosofía no
puede comenzar a partir de abstracciones tales como «el pensamiento» o «la
idea». De ahí el materialismo de Feuerbach, y de ahí su crítica a
Hegel. Frente a la tesis hegeliana de que la «naturaleza» es el «salir fuera de
sí» del Espíritu (una forma alienada de este), Feuerbach reivindica la originalidad
de la naturaleza. Por ello Feuerbach considera la filosofía hegeliana como una
especie de teología racionalizada. Frente a esto, Feuerbach reduce la
religión a antropología: «el secreto de la teología está en la
antropología». «La esencia de Dios no es más que la esencia del ser humano; o
mejor dicho, es la esencia del hombre objetivada y separada de los límites del
hombre individual, real y corpóreo. Es la esencia contemplada y venerada como
un ser-otro, propio y diferente del hombre. Por ello, todas las determinaciones
de la divinidad lo son también del ser humano» (Feuerbach, La esencia del
cristianismo, Introducción, capítulo II). Por esta razón, Feuerbach redujo
la alienación al ámbito religioso porque es en la religión donde aparece
manifiesta la esencia humana, ya que, en ella, el hombre manifiesta su «esencia
oculta» y Dios aparece como «la esencia espiritual del hombre». Ahora bien,
que Dios sea incondicionado, universal, inmutable, eterno o
intemporal no significa otra cosa que la razón humana aplica a este reflejo de
sí misma sus propias características. Feuerbach quiere dar a entender que el
idealismo de Hegel no es más que una forma de teología que se puede explicar
desde el análisis de la esencia del hombre. Por todo ello, Feuerbach considera
la génesis de Dios a partir de la proyección que el hombre hace de su propia
esencia.
Esta génesis se despliega en tres
momentos:
a) la objetivación o
puesta fuera de sí que el hombre hace de sus propias determinaciones;
b) la separación
o escisión de estas propias determinaciones de su relación originaria
con el hombre;
c) la extrañación, o
consideración de estas determinaciones objetivadas y separadas como
pertenecientes a un ser-otro, ajeno y extraño al hombre, que conducen a éste a
la veneración, sometimiento y servidumbre a este ser-otro o Dios creado a imagen
y semejanza del hombre. Así, en resumen, Feuerbach entiende la alienación como
una proyección que el hombre hace involuntariamente de productos de su propia
actividad y de su esencia para tomarlos después como cosas en sí y someterse a
ellos.
Karl
Marx
Marx acepta este punto de vista
y, corrigiéndolo, profundiza en él: la religión es, ciertamente, escisión entre
el hombre y su propia esencia, pero, si no se quiere permanecer todavía en
el idealismo, hay que plantearse cuál es la verdadera causa de esta escisión
y de esta pretendida esencia, y en ello radica la crítica que Marx hace del
insuficiente materialismo de Feuerbach. Este autor todavía se basaba
en la creencia en la existencia de una esencia humana universal e
inmutable, a la que combate Marx. No hay tal esencia inmutable, sino
condiciones concretas de producción, ya que lo que los hombres son es producto
de su trabajo. Por ello, la base de toda alienación debe buscarse en las
condiciones económicas concretas del proceso de producción. Así, toda alienación
tiene una base radicalmente (de raíz) económica y social. No es, pues, una
pretendida naturaleza humana la base de la alienación, sino la condición real
en la que el hombre se encuentra como consecuencia de su actividad productiva
en determinadas condiciones históricas. La alienación religiosa no es más
que una de las diversas formas de alienación que el hombre padece. La
fundamental es la alienación económica, la que aparece ligada al trabajo
humano hecho bajo determinadas relaciones de producción: las que se establece
entre los que poseen los medios de producción y los que sólo disponen de su
fuerza de trabajo. Tal como se presenta, en los Manuscritos
económico-filosóficos de 1844 (editados en 1932), esta alienación, que
también supone una escisión o descomposición (Zersetzung) se articula de la
siguiente manera:
a) objetivación del
trabajador en el producto de su trabajo: el hombre es lo que es por medio de su
trabajo; pero
b) en esta objetivación se
produce una enajenación, o alienación: el producto de su trabajo se le
hace extraño al hombre, no le pertenece; por ello se produce
c) el dominio del objeto sobre
el hombre: el hombre se convierte en siervo del objeto que él mismo ha
producido. El trabajo alienado hace que todo el hombre resulte alienado: su
«vida» no es, paradójicamente, más que «un medio para vivir».
En la alienación, pues, lo alienado
no es solamente el producto, sino también el obrero, pues al consistir éste en
su acción productiva, al ser desposeído de su mercancía, es desposeído de sí
mismo: el trabajador deviene una «cosa» más, una mercancía más. Este proceso
alienante que experimenta el trabajador al convertirse en «cosa» es el
denominado por Marx reificación, (del latín res, en alemán Verdinglichung.
Como puede verse, Marx acepta en
líneas generales el planteamiento de Feuerbach, pero, en lugar de basarlo en
una alienación de una pretendida «naturaleza humana», lo basa en una raíz más
profunda: el proceso de producción.
De la alienación económica surgen
todas las otras formas:
-la alienación social, que
existe en la sociedad en forma de lucha de clases;
-la alienación política, que se
manifiesta en la separación entre sociedad civil y Estado;
-la alienación filosófica e
ideológica, que consiste en una visión ideológica del mundo o en una
falsa visión de la realidad;
-la alienación religiosa, que es
la «conciencia subvertida» del mundo y aparece como el opio del pueblo.
La noción de alienación también ha
sido estudiada desde muy diversas perspectivas. Así, forma parte también de ciertas
variantes del existencialismo (Sartre, Merleau-Ponty), y ha sido
estudiada también por la teología cristiana (P. Tillich) y por
el marxismo no comunista (E. Fromm, J. Habermas, H. Marcuse).
Jean
Paul Sartre
En el caso del existencialismo de Sartre, la
alienación es entendida como el estado de la conciencia desgarrada y escindida.
Dado que en el ser humano la existencia precede a la esencia, la
conciencia no aparece como el fundamento de sí misma y de ahí este
desgarramiento y la «pasión inútil» de querer realizar la unidad peculiar del
«en sí» y del «para sí». El tema de la mirada objetivante
del otro entronca con dicha concepción sartreana de la alienación.
Además, y tomando el significado del
término también en su vertiente psicopatológica, algunas ramas de la
psiquiatría contemporánea (especialmente la llamada antipsiquiatría) han puesto
de manifiesto que no deben separarse las dimensiones puramente mentales de las
sociopolíticas en el estudio de las diversas «alienaciones» mentales.
Por lo que se ha visto, podemos
considerar que, además de la noción de fetichismo de la mercancía,
pertenecen al mismo ámbito filosófico de la noción de alienación nociones tales
como las de: objetivación, cosificación o reificación,
extrañación, escisión, desarraigo, enajenación.
Disponible en: https://encyclopaedia.herdereditorial.com/wiki/Alienaci%C3%B3n
Ejercicio de comprensión
Leemos nuevamente el texto, y completamos el
cuadro sinóptico anexo.
Autor
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Alienación
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Consecuencias
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Hegel
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Feuerbach
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Marx
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Sartre
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