Bienvenidos
Colegio Técnico Benjamín Herrera, IED
Educación religiosa, 10°
La
religión como producto socioeconómico
Alienación de la conciencia humana
Semana 18-21 de agosto
Taller
Actividad
1. Leer con
atención el texto, y responder en cuaderno:
a. En términos sencillos, ¿qué es la
alienación?
b. Describa la alienación, según Hegel
c. ¿Qué es la alienación para Feuerbach?
d. Describa la alienación, según Marx
e. ¿De qué manera esta formas de alienación
pueden afectar la conciencia humana?
La alienación
Este término es de origen jurídico,
derivado del latín alienus,
ajeno, que pertenece a otro (alien),
y que se aplica en las ventas o cesiones. Así, alienar un bien equivale a
regalarlo o a venderlo, es decir, transmitir a otro algo que era propio. Por
extensión se habla también de alienación en un sentido psicopatológico, como
sinónimo de pérdida de juicio o locura. El alienado es, entonces, el
enfermo mental cuya mente está escindida. Estas formas de alienación suponen
también un extrañamiento o alejamiento del que se aísla respecto de una norma o
de la sociedad.
El sentido propiamente filosófico de
este término corresponde al de las palabras alemanas Entfremdung,Veräusserung y Entäusserung,
que significan «extrañación», «distanciamiento» y «exteriorización», y expresan
una extrañeza del sujeto respecto de sí mismo. No obstante, y aunque el sentido
filosófico de la noción de alienación ha estado elaborado especialmente
por Hegel, Feuerbach y Marx, ya en la filosofía del siglo
XVIII aparece este concepto para referirse a la situación de un ser humano que
depende de otro o de otros. Así, Rousseau identifica alienación con
socialización mal realizada, que debe reemplazarse por una transformación de la
independencia natural del hombre en libertad política, gracias a la cual, el
hombre, convertido en ciudadano, esté plenamente integrado en la sociedad.
G.W.F.
Hegel
Pero se debe fundamentalmente
a Hegel el desarrollo de la noción de alienación, que expone
principalmente en su Fenomenología del Espíritu. Para
Hegel, la conciencia, originariamente ingenua, está plenamente
convencida de la realidad del mundo independientemente de sí misma, pero
solamente puede llegar a ser «conciencia de sí» o autoconciencia cuando ve la
vinculación entre objeto (mundo objetivo «fuera» de la conciencia)
y sujeto o conciencia. Partiendo de la crítica de la creencia ingenua
de la existencia del mundo externo independientemente de la conciencia, Hegel
muestra, mediante el análisis del proceso de tomas de conciencia parciales,
cómo el espíritu humano se conquista progresivamente a sí mismo. De esta manera
va oscilando entre la creencia en la realidad del objeto y la creencia en la
realidad del sujeto, hasta devenir conciencia de sí en el proceso que
muestra la vinculación dialéctica entre ambos polos: sujeto y objeto.
En este proceso, la comprensión que el hombre busca de sí mismo le lleva a
considerar toda la realidad como resultado de una Idea (sustancia
espiritual o Dios), que consiste en ser un devenir que aparece bajo
diversas formas o manifestaciones en el espacio y el tiempo: en
cada una de estas manifestaciones la Idea se aliena, se exterioriza, de
manera que todo lo que existe es una manifestación u objetivación del
devenir de la Idea. Así, la naturaleza es una manifestación o autoalienación
del Espíritu. Y el hombre, a su vez, es Espíritu en cuanto es
objetivación o alienación de la naturaleza. La cultura es el
espíritu del hombre que se objetiva, de modo que nada existe, cuyo ser no sea,
a la vez, algo que se aliena siendo ya algo alienado. El inicial malestar de la
conciencia separada de sí misma (alienada) es la condición del posterior
movimiento, que mediante la exterioridad del mundo objetivo y las realizaciones
sucesivas del arte, la religión y la filosofía, le permiten la
reconquista de su propia esencia. De esta manera, a través de este
movimiento dialéctico, la alienación puede superarse elaborando dichas
producciones artísticas, religiosas y filosóficas. En este proceso,
incluso Dios mismo es solamente un momento o una fase. Efectivamente,
Dios, ser absoluto e infinito, es concebido inicialmente como un ser
superior a la conciencia y alienado de ella, pero aparece al final del proceso
(al final del la historia) como un resultado que realiza la alienación de las
propiedades de la limitación y la finitud, que la conciencia reconocía como
suyas.
Así, pues, la alienación surge cuando
la realidad espiritual aparece como objeto, originando la naturaleza, cuya
objetividad debe superarse (Aufhebung) dialécticamente, mediante la apropiación del mundo por parte
del espíritu: prácticamente, por medio del trabajo o, teóricamente, mediante el
arte, la religión o la filosofía. De esta manera, al proceso de exteriorización
o alienación ha de corresponder otro en sentido inverso de recuperación de lo
alienado, de reconciliación del espíritu consigo mismo. El hombre ha
de reconocer, por ejemplo, que el mundo de la cultura ha sido un producto
necesario de la naturaleza humana, pero que, una vez creado, se ha distanciado
del hombre y ha logrado dominarlo. Al hombre le toca reconocer el dominio de
algo que él mismo ha creado y buscar la reconciliación con la cultura haciendo
que ésta sea verdaderamente humana. Por ello, toda sociedad en la que los
hechos vayan por un lado y los valores por otro es una sociedad alienada y no
reconciliada consigo misma.
Ludwig
Feuerbach
Feuerbach, aunque se basa en Hegel,
acusa a éste de idealismo y de crear un hombre ideal que no existe. En lugar de
partir de abstracciones y conceptos tales como la «idea» o el
«espíritu» y del proceso que lleva a la autoconciencia, Feuerbach señala que se
debe partir del hombre concreto y sensible. La sensibilidades el
único punto de partida real. La filosofía no puede comenzar a partir de
abstracciones tales como «el pensamiento» o «la idea». De ahí
el materialismo de Feuerbach, y de ahí su crítica a Hegel. Frente a
la tesis hegeliana de que la «naturaleza» es el «salir fuera de sí» del
Espíritu (una forma alienada de este), Feuerbach reivindica la originalidad de
la naturaleza. Por ello Feuerbach considera la filosofía hegeliana como una
especie de teología racionalizada. Frente a esto, Feuerbach reduce la
religión a antropología: «el secreto de la teología está en la
antropología». «La esencia de Dios no es más que la esencia del ser humano; o
mejor dicho, es la esencia del hombre objetivada y separada de los límites del
hombre individual, real y corpóreo. Es la esencia contemplada y venerada como
un ser-otro, propio y diferente del hombre. Por ello, todas las determinaciones
de la divinidad lo son también del ser humano» (Feuerbach, La esencia del
cristianismo, Introducción, capítulo II). Por esta razón, Feuerbach redujo
la alienación al ámbito religioso porque es en la religión donde aparece
manifiesta la esencia humana, ya que, en ella, el hombre manifiesta su «esencia
oculta» y Dios aparece como «la esencia espiritual del hombre». Ahora bien,
que Dios sea incondicionado, universal, inmutable, eterno o
intemporal no significa otra cosa que la razón humana aplica a este reflejo de
sí misma sus propias características. Feuerbach quiere dar a entender que el
idealismo de Hegel no es más que una forma de teología que se puede explicar
desde el análisis de la esencia del hombre. Por todo ello, Feuerbach considera
la génesis de Dios a partir de la proyección que el hombre hace de su propia
esencia.
Esta génesis se despliega en tres
momentos:
a) la objetivación o puesta
fuera de sí que el hombre hace de sus propias determinaciones;
b) la separación
o escisión de estas propias determinaciones de su relación originaria
con el hombre;
c) la extrañación, o
consideración de estas determinaciones objetivadas y separadas como
pertenecientes a un ser-otro, ajeno y extraño al hombre, que conducen a éste a
la veneración, sometimiento y servidumbre a este ser-otro o Dios creado a
imagen y semejanza del hombre. Así, en resumen, Feuerbach entiende la
alienación como una proyección que el hombre hace involuntariamente de
productos de su propia actividad y de su esencia para tomarlos después como
cosas en sí y someterse a ellos.
Karl
Marx
Marx acepta este punto de vista
y, corrigiéndolo, profundiza en él: la religión es, ciertamente, escisión entre
el hombre y su propia esencia, pero, si no se quiere permanecer todavía en
el idealismo, hay que plantearse cuál es la verdadera causa de esta
escisión y de esta pretendida esencia, y en ello radica la crítica que Marx
hace del insuficiente materialismo de Feuerbach. Este autor todavía
se basaba en la creencia en la existencia de una esencia humana
universal e inmutable, a la que combate Marx. No hay tal esencia inmutable,
sino condiciones concretas de producción, ya que lo que los hombres son es
producto de su trabajo. Por ello, la base de toda alienación debe buscarse en
las condiciones económicas concretas del proceso de producción. Así, toda
alienación tiene una base radicalmente (de raíz) económica y social. No es,
pues, una pretendida naturaleza humana la base de la alienación, sino la
condición real en la que el hombre se encuentra como consecuencia de su
actividad productiva en determinadas condiciones históricas. La alienación
religiosa no es más que una de las diversas formas de alienación que
el hombre padece. La fundamental es la alienación económica, la que
aparece ligada al trabajo humano hecho bajo determinadas relaciones de
producción: las que se establece entre los que poseen los medios de producción
y los que sólo disponen de su fuerza de trabajo. Tal como se presenta, en
los Manuscritos económico-filosóficos de 1844 (editados en 1932),
esta alienación, que también supone una escisión o descomposición (Zersetzung)
se articula de la siguiente manera:
a) objetivación del trabajador
en el producto de su trabajo: el hombre es lo que es por medio de su trabajo;
pero
b) en esta objetivación se
produce una enajenación, o alienación: el producto de su trabajo se le
hace extraño al hombre, no le pertenece; por ello se produce
c) el dominio del objeto sobre
el hombre: el hombre se convierte en siervo del objeto que él mismo ha
producido. El trabajo alienado hace que todo el hombre resulte alienado: su
«vida» no es, paradójicamente, más que «un medio para vivir».
En la alienación, pues, lo alienado
no es solamente el producto, sino también el obrero, pues al consistir éste en
su acción productiva, al ser desposeído de su mercancía, es desposeído de sí
mismo: el trabajador deviene una «cosa» más, una mercancía más. Este proceso
alienante que experimenta el trabajador al convertirse en «cosa» es el
denominado por Marx reificación, (del latín res, en alemán Verdinglichung.
Como puede verse, Marx acepta en
líneas generales el planteamiento de Feuerbach, pero, en lugar de basarlo en
una alienación de una pretendida «naturaleza humana», lo basa en una raíz más
profunda: el proceso de producción.
De la alienación económica surgen
todas las otras formas:
-la alienación social, que
existe en la sociedad en forma de lucha de clases;
-la alienación política, que se
manifiesta en la separación entre sociedad civil y Estado;
-la alienación filosófica e
ideológica, que consiste en una visión ideológica del mundo o en una
falsa visión de la realidad;
-la alienación religiosa, que es
la «conciencia subvertida» del mundo y aparece como el opio del pueblo.
La noción de alienación también ha
sido estudiada desde muy diversas perspectivas. Así, forma parte también de
ciertas variantes del existencialismo (Sartre, Merleau-Ponty), y
ha sido estudiada también por la teología cristiana (P. Tillich) y por
el marxismo no comunista (E. Fromm, J. Habermas, H. Marcuse).
En el caso del existencialismo
de Sartre la alienación es entendida como el estado de la conciencia
desgarrada y escindida. Dado que en el ser humano
la existencia precede a la esencia, la conciencia no aparece como el
fundamento de sí misma y de ahí este desgarramiento y la «pasión inútil» de
querer realizar la unidad peculiar del «en sí» y del «para sí». El tema de la
mirada objetivante del otro entronca con dicha concepción sartreana
de la alienación.
Además, y tomando el significado del
término también en su vertiente psicopatológica, algunas ramas de la
psiquiatría contemporánea (especialmente la llamada antipsiquiatría) han puesto
de manifiesto que no deben separarse las dimensiones puramente mentales de las
sociopolíticas en el estudio de las diversas «alienaciones» mentales.
Por lo que se ha visto, podemos
considerar que, además de la noción de fetichismo de la mercancía,
pertenecen al mismo ámbito filosófico de la noción de alienación nociones tales
como las de: objetivación, cosificación o reificación,
extrañación, escisión, desarraigo, enajenación.
Disponible en:
https://encyclopaedia.herdereditorial.com/wiki/Alienaci%C3%B3n
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Muchas gracias por su comentario.